Martin Scorsese ha logrado distinguirse y crear obras esenciales a lo largo de las décadas como el maestro cineasta que es. Su recurrentes visitas a los mundos criminales han dado varias películas que tienen todo el derecho de estar entre las mejores de todos los tiempos, y es por su manera de considerar perspectivas que a muy pocos se les ocurren. Esa clarividencia es la que hace imperecedera a películas como Taxi Driver.
Con un Robert De Niro absolutamente inmenso en el papel del peligroso inadaptado Travis Bickle, Scorsese buscaba explorar la parte menos bonita de su querida Nueva York. El guion de Paul Schrader ofrecía una oportunidad perfecta a través de un estudio de personaje complejo y una estructura de película de venganza que se retuerce de maneras muy oscuras. La historia de un hombre que elige conducir su taxi por los peores lugares porque "alimenta su odio".
Es el particular toque de Scorsese el que termina de elevar este drama psicológico a la categoría de obra maestra. Tal y como explica el propio director en el libro Scorsese on Scorsese, su guionista quería que al final el personaje se convirtiera en un samurai que "lidiaba con el honor". Su idea para el violento final, de haberla dirigido él, habría implicado un toque más surrealista, con sangre por todas las paredes.
"Nunca me pidieron que hiciera películas después de eso": Robert De Niro habla honestamente sobre su gran fracaso en el cineScorsese discrepaba, y dio con la clave para hacerla absolutamente memorable sin retozar en la violencia y el gore. Él y Schrader compartían una admiración por la magistral Centauros del desierto, y veían a Travis Bickle muy próximo al personaje de John Wayne, de pocas palabras pero determinado en su misión de búsqueda de una niña. "En todo momento, está decidido a que la encuentren, como él dice, 'tan seguro como el giro de la Tierra'".
Para el director, que suele aplicar una visión muy religiosa a sus películas, Bickle está convencido de actuar correctamente, porque tiene las mejores intenciones, "justo como San Pablo". Sus actos violentos son una manera de "limpiar la vida, limpiar la mente, limpiar el alma", exorcizando así sus pensamientos oscuros. Aun así, comete varias atrocidades por intentar hacer ese supuesto bien, y Scorsese vio que la mejor manera de mostrárselo al público era un toque más realista.
Una violencia realista
"Lo que yo quería era una situación tipo Daily News, de esas que se leen todos los días: 'Tres hombres asesinados por un solitario que salva a una joven de ellos'". La crudeza con la que relata quería evitar la clásica euforia de las películas de venganza de la época, donde el público anima al protagonista a salir a matar. "La idea era crear una catarsis violenta, para que se encontraran diciendo: 'Sí, mata'; y después se dieran cuenta: 'Dios mío, no'".
La película que Martin Scorsese tardó 20 años en hacer y casi acaba con él: rechazo de Disney, sobrecostes y un productor insufribleNo cabe duda de que el final es absolutamente memorable y desgarrador por ese realismo, aunque Scorsese en el libro muestra sus dudas sobre haber logrado su objetivo en lo que respecta a la violencia. Las emociones palpables en ese tramo final no se correspondía del todo con el horror que quería transmitir y, con el paso del tiempo, ha ido comprobando como la cultura ha ido abrazando a Travis Bickle en lugar de verlo como un peligro. En su entrevista reciente con QG lamentó que "ahora es una norma el que muchas personas sean como Travis Bickle". No siempre se consigue lo que se quiere, aunque la película sea igualmente magistral.
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