Yo era de esas que cuando empezó Juego de Tronos no quería verla porque la veía todo el mundo. Se ve que la Cristina adolescente de 2011 se creía más guay que el resto de gente o algo. Sin embargo, cuando en 2013 comencé la primera temporada, algo poco a poco me fue atrayendo, a pesar de que se me rompiese el corazón en ese capítulo que te pone bajo aviso sobre todo lo que va a ser la serie: la injusta muerte de Ned Stark, un personaje maltratado se mire por donde se mire. Pero oye, de ahí aprendí una cosa: si hay algo que no es Juego de Tronos, es una producción complaciente. Ni todo es de color de rosa ni nadie come perdices, pasa lo lógico, lo que tiene que suceder, de ahí que quizás no gustase demasiado su final. Yo habría querido un desenlace más idílico, más justo, y quizás menos real, para, por ejemplo, Jon Nieve, cuyo actor odió rodar esta escena que no te esperas para nada.
Cuando la primera tanda de episodios llegó a su fin, no veía el momento de darle caña a la siguiente y así hasta la boda roja, donde no supe qué hacer con mi vida pero al final tiré del carro. Temporada tras temporada la serie fue ganando cada vez más popularidad, añadiendo nuevos personajes y nuevas localizaciones y en esa maraña de endogamia y de reinos de ficción, le tocó el turno de entrar en acción a España y una de las ubicaciones escogidas por el equipo de la serie fue el castillo de Zafra, que se encuentra a dos horas de Madrid.
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Este rincón de Guadalajara totalmente deshabitado, uno de los lugares de nuestro país donde se registran las temperaturas más bajas al año, esas que destacan siempre durante los días más extremos del invierno en la predicción meteorológica, sirvió para recrear la Torre de la Alegría, el lugar donde nació el hijo de ilegítimo de Lyanna Stark, hermana de Ned Stark, y el rey Rhaegar I Targaryen. Supuestamente él la había secuestrado a ella, pero conforme avanza la serie se ve que el desarrollo de los acontecimientos es otro. Y un inciso para desvelarte un pequeño detalle: ese hijo es el legítimo heredero del Trono de Hierro y es nada más y nada menos que Jon Nieve, el supuesto hijo bastardo de su tío. Sí, esto es peor que la telenovela que veía tu abuela en 2006 a las 16h después de comer.
El caso es que este rincón perdido de la región castellanomanchega de Guadalajara, el castillo no tiene nada que ver con el municipio cacereño del mismo nombre, sirvió para dar cobijo a esas escenas de la temporada seis en las que se revelaba uno de los grandes secretos de la producción.
El castillo de Zafra se encuentra casi lindando con la frontera aragonesa de Castilla-La Mancha y aunque pertenece a la localidad de Campillo de Dueñas, si vas por la zona te recomendamos que te hospedes y/o visites Molina de Aragón, un enclave precioso donde además hizo lo propio todo el equipo de la serie cuando estuvieron grabando. La distancia entre un punto y otro es de 25 kilómetros.
