Michael Mann tardó 16 años en convertir el guion de Heat en una película: lo escribió en 1979 y hasta 1995 no pudo estrenar su epopeya repleta de disparos, violencia, Al Pacino y Robert De Niro cara a cara por primera vez dentro de un casting irrepetible, desde Natalie Portman hasta Val Kilmer. Y eso que originalmente el director iba a gastar todas sus cartas en una serie de televisión llamada Corrupción en Los Ángeles que, por suerte para la historia del cine, jamás pasó del piloto.
A disparo limpio
La parte primordial de Heat, que tenía que funcionar para que la película en sí lo hiciera también, era el larguísimo tiroteo. Para que fuera un éxito contrataron a sargentos del Servicio Especial del Aire para ayudar y entrenar a los actores. De hecho, incluso les dio munición real para que supieran lo que se debía sentir. Tan bien salió la escena final que un momento con Val Kilmer recargando su pistola se utiliza en el ejército como prueba de lo que se debe hacer.
Más concretamente, lo que muestra la escena es la "cáscara australiana", un ataque con el que poder enfrentarse a un enemigo superior numéricamente utilizando superioridad en los disparos: que nunca sepan cuándo van a poder disparar de vuelta. De hecho, los policías expertos en disparos en la vida real siempre han destacado Heat como la película que mejor muestra lo que es estar bajo el fuego enemigo de manera constante.
Por cierto, hay una versión de esta película en la que Mann se negó a poner su nombre y decidió poner el pseudónimo Alan Smithee que los directores usan cuando algo ha ido mal. Resulta que el director le ofreció a NBC un remontaje de cuatro horas con escenas eliminadas para emitirlo durante dos noches. En su lugar, la cadena cortó 40 minutos del montaje de cines para que pudiera mostrarse durante tres horas (con anuncios incluidos) y Mann entró en furia. Increíble, pero cierto.