Para contar esta historia, tenemos que retroceder varias décadas. En concreto, hasta los 80. Jean-Claude Van Damme había viajado desde Bélgica, convertido ya en campeón de karate, hasta Estados Unidos para convertirse en una estrella de Hollywood. Iba probando suerte con papeles pequeños cuando le llamaron para una oportunidad de oro: un proyecto llamado Depredador junto a Arnold Schwarzenegger.
Cualquier actor mataría por participar en una película junto a Schwarzenegger. El austriaco ya había estrenado Conan, el bárbaro (1982) y Terminator (1984), por lo que se estaba ganando su sitio en el género de acción. Dirigía John McTiernan, quien aún estaba empezando pero pronto se convertiría en un cineasta de culto con películas como Jungla de cristal (1988) y La caza del Octubre Rojo (1990).
Y justo eso debió de pensar también Van Damme, quien se interesó por el proyecto, pero cuanto más profundizaba en la producción, menos le interesaba, según recoge nuestra web hermana AlloCine. "No tenía la menor idea de qué se trataba", declaró la leyenda de los efectos especiales Steve Johnston a la Stan Winston School of Character Arts.
Johnston le mostró al actor el traje de alienígena que tendría que llevar y él quedó completamente horrorizado. "Pensó que esa era la apariencia real de la criatura en la película y dijo: 'No me gusta, no me gusta, parezco un superhéroe'. Estaba realmente enfadado", recuerda. Van Damme no se había dado cuenta de que el traje iba a taparle por completo y su rostro iba a quedar cubierto.
'Jean-Claude, ¿no te lo hemos dicho? ¡Es un traje técnico, serás invisible durante la mitad de la película!' Esto lo enfureció aún más. Pensó que podría practicar artes marciales, que podría luchar contra Arnold Schwarzenegger... ¡Era completamente imposible! No se dio cuenta de que sería el equivalente a un especialista
Van Damme quería demostrar en pantalla todo lo que valía físicamente y tener que esconderse detrás de un traje que pesaba 90 kilos se lo impedía un poco. El hecho de que encontrara el disfraz antiestético, incómodo y demasiado caluroso generó muchas tensiones y fue retirado del proyecto. En su lugar llegó Kevin Peter Hall, un actor que medía 2,20 metros y que volvió a interpretar a la criatura en la secuela.
Por suerte para el belga, su gran oportunidad no tardó en llegar. Protagonizó Contacto sangriento (1988), lo que supuso el gran pistoletazo a su carrera. Después también vendrían Kickboxer (1989), Doble impacto (1991) y Soldado universal (1992).