Gladiator empezó con un viaje por Europa en moto. Un viaje en el que su guionista, David Franzoni, se recorrió un buen montón de países, donde descubrió la fascinación de los romanos por soltar a cristianos en la arena y dejar que se mataran entre sí. Años después, cuando le contó de la idea que llevaba años bulliéndole en la cabeza a Steven Spielberg, este le dijo que no se lo pensara dos veces. Fue solo la primera de muchísimas versiones que podrían haber acabado en una Gladiator muy distinta a la que conocemos...
Me llamo Máximo Décimo Meridio
Por ejemplo, cuando Ridley Scott entró como director, se empeñó en que quería a Antonio Banderas como protagonista de la cinta. Pero cuando dijo que no, pensó en Tom Sizemore, Tom Cruise y Mel Gibson antes de que lo aceptara Russell Crowe. Al fin y al cabo, Máximo es de Trujillo, habría tenido todo el sentido meter a un español de protagonista, ¿no? Pues ahora imaginad que el resto del reparto principal lo hubieran completado Jude Law y Jennifer López. Gladiator podría haber sido, definitivamente, muy rara.
Y ojo, porque momentos raros los hay a montones. Por ejemplo, este plano, en el minuto 21:00, en el que Máximo alimenta a su caballo con una manzana y, de pronto, se puede ver a alguien vestido con vaqueros viendo la bucólica escena detrás del caballo: si piensas que en vez de gazapo es una paradoja temporal la película se vuelve muchísimo más divertida.
No es de extrañar: el rodaje de Gladiator fue un caos que empezó a rodarse sin un guion terminado. De hecho, se sabe que Crowe dijo "Los diálogos son basura, pero soy el mejor actor del mundo y puedo hacer que incluso la basura suene bien". Humilde el chico. Entre los actores henchidos de ego y un guion que en ese momento no pasaba de 32 páginas, podéis imaginaros el percal. Acabó siendo nominado en los Óscar, aunque perdió frente a Casi famosos. Eso sí, el actor principal y la película se llevaron su estatuílla a casa. Es lo que hay.