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    Steven Spielberg lo pasó mal rodando la que sin duda es una de sus grandes obras maestras, pero Robin Williams supo cómo levantarle la moral
    Alicia P. Ferreirós
    Amante de las series y gran aficionada al terror, la ciencia ficción, la crónica negra y el ‘true crime’.

    El rodaje de 'La Lista de Schindler' fue una experiencia dura para el cineasta. Afortunadamente pudo contar con el actor y sus métodos para animarle: "Me reía histéricamente, porque tenía que liberar muchas cosas"

    En 1993 Steven Spielberg estrenó dos películas que no podrían ser más diferentes la una de la otra pero que tuvieron el honor de marcar la historia del cine, cada una en su propio género: Jurassic Park y La lista de Schindler.

    Tal y como recuerda nuestra web compañera alemana Filmstarts, la primera película fue exactamente lo que se esperaba de Spielberg en ese preciso momento: una entretenida aventura de gran éxito, mientras que La lista de Schindler, una película en blanco y negro sobre el Holocausto, suponía un paso enorme (y difícil) en la carrera del director. Aunque Spielberg ya había abordado otros filmes dramáticos y de época con anterioridad, como El color púrpura y El imperio del sol, hacer justicia al mayor crimen de la historia de la humanidad en una película de Hollywood habría sido una tarea difícil para cualquier director; incluso Martin Scorsese rechazó el proyecto.

    La lista de Schindler
    La lista de Schindler
    Fecha de estreno 4 de marzo de 1994 | 3h 15min
    Dirigida por Steven Spielberg
    Con Liam Neeson, Ben Kingsley, Ralph Fiennes
    Medios
    4,5
    Usuarios
    4,6
    Sensacine
    3,0

    El propio Spielberg no fue el único que dudó de su propia capacidad para producir una película así y otros también compartieron sus dudas. Antes del estreno de la película, algunos ya habían vaticinado un mal resultado, alegando que su estilo era demasiado "blockbuster" para poder hacer un largometraje tan pesado y serio. Su eminente colega, el director australiano Fred Schepisi le desaconsejó para la tarea y algunos supervivientes del Holocausto también lo consideraron una mala elección.

    No obstante, Spielberg lo tuvo claro y no solo aceptó la difícil tarea, sino que incluso dijo que no al estudio cuando éste le sugirió que la película contuviera más momentos de Hollywood. No obstante, pese a sus ganas y convicción, el rodaje supuso un auténtico reto para el cineasta, ahora una auténtica leyenda viva. Spielberg, como hijo de padres judíos, tenía familiares que perdieron la vida en campos de concentración, y en ese contexto le resultó especialmente difícil afrontar las atrocidades que recreaba día tras día.

    Además, el equipo de filmación en Polonia se vio sorprendido por un invierno muy inhóspito, con temperaturas de 15 grados bajo cero, y los neonazis dejaron consignas antisemitas y esvásticas en el set. Ben Kingsley incluso tuvo un altercado en el bar de su hotel con un empresario alemán antisemita.

    Robin Williams, al rescate

    Cuando se enteró de las dificultades del director, Robin Williams, que había trabajado con Spielberg en Hook y había forjado una estrecha amistad con él, decidió animarlo desde la distancia.

    "Robin sabía por lo que estaba pasando, y una vez a la semana, Robin me llamaba a tiempo y hacía 15 minutos de 'stand-up' por teléfono, y yo me reía histéricamente, porque tenía que liberar muchas cosas", recordó Spielberg en la proyección del 25 aniversario de La lista de Schindler en el Festival de Cine de Tribeca. Lo más curioso es que Spielberg señaló que Williams nunca le decía "adiós", ni siquiera formalmente. Simplemente colgaba después de que Spielberg soltara la risa más grande de la conversación.

    Aparte de esto, el director también vio muchos episodios de Saturday Night Live para mantener esa tensión bajo control y producir una obra maestra ganadora de siete Oscar, que es considerada una de las películas más importantes sobre el Holocausto pero también para el mundo del cine en general.

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