El 10 de enero de 1929, George Remí, un joven de 22 años al que le habían encargado la dirección de Le Petit Vingtième, el suplemento infantil del diario ultraconservador Le Vingtième Siècle, creó un personaje que, sin saberlo, le acompañaría durante los siguientes 50 años de su vida. Un reportero acompañado de su fiel perro Milú que empezó yendo al "país de los Soviets" y acabaría, en un cómic inacabado, enfrentándose "al arte-alfa". La semana que murió iba a reunirse con Steven Spielberg, la única persona que, según consideraba, podría hacer justicia a Tintín. Muchos años después, demostró que tenía toda la razón.
Dehaddock de la mano de dios
Steven Spielberg era fan de Tintín de pura casualidad: una crítica de 1981 comparó Indiana Jones en busca del arca perdida con los álbumes de Hergé y empezó a devorarlos como si no hubiera un mañana. Tanto, que en 1983 fue a negociar los derechos para una adaptación del personaje después de que tanto las cintas animadas como la errática El misterio de las naranjas azules decepcionaran a su autor. La viuda le dio los derechos, pero Spielberg no haría su película soñada hasta 2011.
Eso sí: Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio mereció la pena. Es una fabulosa cinta de animación producida por Peter Jackson, que quería dirigir la secuela y prometió una trilogía. Tristemente, aún estamos esperando. Eso sí, por si acaso era su única posibilidad, el Rey Midas de Hollywood no dejó pasar la oportunidad de meter un cameo de Hergé en la película 28 años después de fallecer.
¿Quieres localizarle? Al inicio de la película hace un retrato de Tintín, solo que, claro, en su peculiar estilo. Un homenaje maravilloso a un autor inmortal que, al menos en una ocasión, ha tenido una adaptación más que decente. Ahora, ¿para cuándo el final de la trilogía?