Mi cuenta
    Un gato se coló en un set de rodaje: no le echaron, sino que terminó en una de las escenas más míticas del cine
    Randy Meeks
    Randy Meeks
    -Redactor de cine y series
    Juntaletras acomodado, redactor con gato eterno en las piernas, tuitero irredento, millennial orgulloso a su pesar. Respira cine, cree que no hay película mejor que 'El crepúsculo de los dioses' pero en su colección de Blu-Ray no falta 'Super Mario Bros'. La de los 90.

    Un maullido que Marlon Brando no pudo rechazar

    En los albores del cine ya había gatos. De hecho, incluso antes de los Lumiére, Edison, que había inventado el kinetoscopio en 1891, ya rodó un cortometraje con mininos en 1894 en su estudio Black Maria (el primero de la historia del cine, que fue demolido en 1903). The boxing cats era poco menos que un gif, apenas veinte segundos de dos michis con guantes de boxeo pegándose entre sí, pero mostró una realidad de la industria: los gatos siempre venden. Si no, que se lo pregunten a Francis Ford Coppola al rodar El Padrino.

    El padrino
    El padrino
    Fecha de estreno 20 de octubre de 1972 | 2h 55min
    Dirigida por Francis Ford Coppola
    Con Marlon Brando, Al Pacino, James Caan
    Medios
    4,8
    Usuarios
    4,7

    Ni siquiera me llama minino

    La carrera de Francis Ford Coppola no había sido brillante antes del rodaje de la mítica película. Sí, había revolucionado el terror con Demencia 13, pero todo lo que hizo después solo le dio disgustos. Pese a todo, cuando le ofrecieron el puesto de director de El Padrino como autor italo-americano, lo rechazó de pleno porque consideraba que el libro de Puzo era sensacionalista, vago y barato. Sin embargo, como debía 40.000 dólares a Warner por los sobrecostes del rodaje de THX 1138, que produjo, acabó aceptando a regañadientes.

    La mejor decisión de su vida, probablemente. Y eso que el rodaje era tan loco que a nadie le extrañó que, en un momento dado, Coppola se saltara las indicaciones de su meticuloso guion para ponerle un gato en las rodillas a un Marlon Brando que bastante esfuerzo hacía leyendo las cartelas en las que estaban escritos sus diálogos. El gato en cuestión era un animal callejero (o, probablemente, de alguien del estudio) que rondaba continuamente el estudio. El propio director explica lo que pasó: "El gato en las manos de Marlon no estaba planeado. Lo vi corriendo alrededor del estudio, lo cogí y se lo puse en las manos sin decir una palabra". Y así se crea el cine.

    Curiosamente, la mayor parte de las frases de Brando en esa escena tuvieron que regrabarse porque el gato no paraba de ronronear, haciendo imposible que el sonido en directo entrara bien. Pero, ¿alguna vez habéis tenido un felino en las piernas ronroneando? No importa si estás rodando la película más importante del mundo: la prioridad es, siempre que el gatito esté a gusto. El verdadero gatino.

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