David Fincher podría haber terminado su carrera cinematográfica antes de empezar, pero por fortuna para él se cruzó en su camino un guion que era idóneo para él. Su agente vio que podía llevar a cabo una visión totalmente oscura del mundo a través del thriller policial más implacable, y él director se enamoró completamente de la propuesta. Aunque de aquel guion de Seven le cautivó especialmente su final demoledor.
Uno de los finales más impactantes de la historia del cine, comentado hasta la saciedad en su momento porque era difícil pensar que una película de Hollywood pudiera terminar así. De hecho, estuvo muy cerca de no terminar así, tal y como se ha relatado en varios artículos y libres sobre cine como Mind Games, centrada en la obra del director. Cuando Fincher se reunió con los ejecutivos para cerrar el acuerdo para dirigir la película, se sacó a relucir un malentendido: a David le había llegado un guion sin revisar, ya que el estudio quería un final mucho más convencional y menos oscuro.
Un retiro forzado
Por fortuna para él, tuvo el mejor aliado en una de sus estrellas. Brad Pitt se jugó el tipo por el borrador del guion que fascinó a Fincher. Aprovechando su creciente estatus en Hollywood, incluyó en su contrato una clausula para que no se tocase el guion a menos que el director lo viese conveniente. Así, con cabeza en caja y todo, fueron a por todas por la versión más nihilista de la película.
Aunque cómo realizarla fue también objeto de discusión durante la producción. Fincher se negó por completo a ceder y permitir que el personaje de Morgan Freeman se sacrificase para evitar que su pupilo, el personaje de Pitt, cometiese el error que el villano quería que cometiese. Una reescritura planteaba una escenario donde dispara a John Doe y termina la cinta con una línea de dialogo más propia de chiste de Arnold Schwarzenegger que del thriller que querían hacer: "Estoy retirado".
Tampoco es que Fincher se saliese totalmente con la suya. Su plan consistía en enfocar al personaje de Kevin Spacey desplomándose sobre una enorme mancha de sangre y luego hacer corte a negro. Un final demasiado abrupto y violento de lo que estaban dispuestos a conceder en el estudio, optando por extender un poco más la película para mostrar las consecuencias inmediatas y hacer una demoledora reflexión. Quizá la mejor solución posible para terminar de convertir a Seven en un clásico.
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