No nos planteamos lo diferente que podría haber sido Harry Potter y el cáliz de fuego en un principio. Y es que la idea original de Chris Columbus, director de las dos primeras entregas, era volver a la saga después del paréntesis de Alfonso Cuarón. Pero sus hijos querían pasar más tiempo con él y volver a Estados Unidos para estar con sus amigos tras varios años en Inglaterra. Columbus se rindió y dio paso al siguiente en la lista: M. Night Shyamalan.
Te cambio adobby por madera
Así es: la cuarta parte de Harry Potter fue ofrecida originalmente a Shyamalan, que venía de rodar El bosque. No era la primera vez que se encontraba con la saga: el mismísimo Steven Spielberg le ofreció rodar Harry Potter y la piedra filosofal, y años después pudo quitarle el puesto a Cuarón en Harry Potter y el prisionero de Azkaban. En ambas estaba metido en otros proyectos y, en este caso, lo que realmente le interesaba era hacer una adaptación de La vida de Pi, que finalmente se quedaría Ang Lee. La película habría sido increíblemente distinta, desde luego.
Por ejemplo, hay un pequeño guiño al principio que solo un verdadero fan de la franquicia habría introducido: en el minuto 6:18 aparecen unos cuantos elfos domésticos subidos en llamas, y, si pausas en el momento adecuado, verás que uno es... ¡Dobby! Realmente llevaba libre desde el final de la segunda parte, así que era libre de hacer lo que quisiera. ¿Montarse en una llama? Claro, por qué no.
Realmente tiene mucho más sentido de lo que parece: es en Harry Potter y el cáliz de fuego cuando Hermione se pone manos a la obra con su lucha por la liberación de los elfos domésticos, una trama que en la película se llegó a rodar pero se cortó de pleno para no irse a las tres horas y quedarse tan solo en lo esencial. No fueron pocos los que lo echaron de menos, y con razón, porque explica y moldea muy bien a la joven maga. ¡Terribulus olvidatus!