La industria cinematográfica se encuentra en un momento interesante, por describirlo de alguna manera. Si antes de la pandemia las cifras de taquilla alcanzaban los 1.000 millones de dólares de recaudación de forma más o menos sencilla, ahora es un absoluto logro llegar a ellos. Franquicias que antes arrasaban, como Marvel, ahora producen pérdidas y cintas de directores como Martin Scorsese no logran cubrir el presupuesto.
Un escenario casi apocalíptico que Steven Spielberg predijo hace 10 años. En un artículo de The Hollywood Reporter publicado en junio de 2013, Spielberg vaticinó una "implosión" de la industria en la que media docena de películas de 250 millones de dólares de presupuesto fracasarían en taquilla, lo que terminaría por modificar la industria para siempre.
Algunas ideas de cineastas jóvenes "son demasiado marginales para las películas", aseguró Spielberg, "ese es el gran peligro, y eventualmente habrá una implosión o un gran colapso. Habrá una implosión en la que tres o cuatro o tal vez incluso media docena de películas de megapresupuesto se estrellarán contra el suelo, y eso cambiará el paradigma
Estas declaraciones se produjeron en un encuentro con estudiantes de la Escuela de Artes Cinematográficas de la Universidad del Sur de California. Junto a Spielberg estaba George Lucas, que también pintaba un futuro muy diferente al que había habido hasta el momento. Lucas afirmaba que llegará el momento en que se estrenen menos películas, pero éstas permanecerán más tiempo en los cines -un año llegó a decir-. Eso sí, los precios de las entradas serán mucho más caros. "Tendrás que pagar 25 dólares por la próxima Iron Man, pero probablemente sólo 7 dólares para ver Lincoln", añadía Spielberg.
Y no fue lo único que vaticinó el director de Tiburón, también pronosticó el predominio del 'streaming' -en cierta manera-. El cineasta aseguró que "con el tiempo", películas como Lincoln "desaparecerán y aparecerán en la televisión". Y lo dijo con pleno conocimiento, puesto que la cinta en la que trabajó junto a Daniel Day-Lewis estuvo a punto de quedarse en HBO. En aquel momento, como canal de televisión por cable, pero traducido a la actualidad hubiera sido una película para 'streaming' como lo ha sido, por ejemplo, Los asesinos de la luna, estrenada por Scorsese este año con 138 millones de recaudación -frente a un presupuesto de 200- y pronto en AppleTV+.
El propio Spielberg ha sufrido ese efecto en primera persona. Su último estreno, Los Fabelman, tan solo se hizo con 45,6 millones de dólares en todo el mundo. Muy lejos de la cifra que alcanzó, por ejemplo, La lista de Schindler, que llegó a los 322 millones tras su estreno en 1993.
En esta tesitura tan deprimente para las salas de cine físicas, podemos echar la culpa a las plataformas de 'streaming', que terminan por quedarse con gran parte de los espectadores que antes salían de su casa para disfrutar de una película. Está comprobado que tras la pandemia, muchas personas de cierta edad han dejado de comprar entradas para la pantalla grande. A esto se suma a la fatiga del cine de superhéroes o que, simplemente, el espectador ya quiere algo nuevo.