Año 1937. Walt Disney, después de salir airoso de dirigir Blancanieves y los siete enanitos, la primera película larga de animación de la historia del cine, no sabe cómo seguir. Eso sí, hay una historia que le fascina y a la que no puede parar de dar vueltas: La reina de las nieves, de Hans Christian Andersen. Lo intenta por activa y por pasiva, trata de adaptarla como sea pero la historia se le hace demasiado oscura. Finalmente, se queda encallado y la deja reposar para siempre. O, al menos, hasta que en 2008 John Lasseter consiguió endilgársela a un director de la empresa después de que Pixar rechazara el proyecto. Estaba maldito, al fin y al cabo.
No lo puedo ya retener
Si hoy por hoy dices que Frozen es un proyecto arriesgado, es posible que se rían en tu cara: tras dos películas (y otras dos en camino), cuatro cortometrajes, dos series, un musical de teatro y un buen puñado de videojuegos, es posible que no haya otra franquicia más en forma en la Disney actual. Y sin embargo, en 2013 el proyecto había dado tantas vueltas (desde la búsqueda del amor eterno hasta la animación convencional pasando por guiones que implosionaron sobre sí mismos) que parecía, tal cual, que se trataba del proyecto maldito de Disney.
Y sin embargo, a tenor de lo que hacen cosplayers como Nuria Adraos, está claro que el éxito ha sido rotundo: Adraos, en tan solo 13 segundos de vídeo de TikTok, es capaz de hacer un homenaje a toda la saga Frozen utilizando maquillaje, falta de vergüenza, talento y amor absoluto por Olaf, un personaje que originalmente iba a ser de relleno pero que cualquiera es capaz de reconocer hoy por hoy.
Ya se ha explicado desde Disney que Frozen 3 y Frozen 4 serán dos partes de una misma historia, y después del éxito de la segunda parte, nadie puede culparles: si Walt Disney levantara la cabeza, estaría muy orgulloso del punto al que ha llegado su instinto con La reina de las nieves. Y no, esto no es un chiste sobre estar congelado. Lo prometo.