Sin el Batman de Adam West y el de Tim Burton no habríamos llegado a tener el de Christopher Nolan. Y es que, en un principio, el Batman kitsch de los 60 solo adaptaba los cómics de diez años antes, floridos y repletos de argumentos imposibles. Tanto es así, que durante décadas nadie se pudo tomar en serio al enmascarado superhéroe de DC. Tanto, que al final tuvo que venir Frank Miller con los cómics que redefinieron al personaje a poner un poco de seriedad, esa que Tim Burton quiso igualar pero sin renunciar a su propio estilo. Las películas de Christopher Nolan marcan a un personaje oscuro para un público que nunca le conoció de otra manera... pero que debe ser consciente de que hace sesenta años tenía un tono completamente distinto.
El señor de la noche contraataca
Y como pieza clave para este renacer de Batman, Nolan contaba con una carta ganadora: la de Christian Bale, que se puso las mallas de superhéroe en tres ocasiones (y, según afirma, lo haría aún una vez más si el director se lo pidiese). Y es normal: estaban cuidadas hasta el extremo. Tanto, que en lugar de plantear historias completamente distintas sin unión entre sí, las tres películas evolucionaban de una manera u otra al personaje, manteniendo en él las cicatrices que había sufrido por el camino.
Tanto las emocionales... ¡como las físicas! Y es que Bruce Wayne sufre el ataque de un perro al inicio de El caballero oscuro, que le deja una herida abierta. Tiempo después, en El caballero oscuro: La leyenda renace, sigue mostrando una enorme cicatriz en el brazo. Atención extrema del director, sí, aunque si se hubiera esperando un poco es posible que tuviera una explicación en la vida real.
Y es que en diciembre de 2012, seis meses después del estreno de la película, Christian Bale tuvo un accidente de moto con el que estuvo a punto de perder todos los nervios del brazo derecho, que crecen a razón de un milímetro al día. Al final incluso le dio tiempo a hacer Exodus: Dioses y reyes a tiempo. Todo un superhéroe.