El arranque del Universo Cinematográfico de Marvel, y casi por consiguiente el dominio del cine de superhéroes en la cultura friki global, tuvo uno de los mejores comienzos posibles con Iron Man. Marvel Studios hizo su gran apuesta con un personaje menos popular que los grandes nombres de su factoría, pero amasó buenas críticas y fue un éxito de taquilla. Unos buenos cimientos para lanzar un universo compartido, que estuvieron cerca de irse al garete.
La película inmediatamente posterior a Iron Man fue El increíble Hulk, protagonizada por Edward Norton haciendo de mitad secuela y mitad reboot de la película de 2003. Marvel Studios colaboró con Universal Pictures, en lugar de con Paramount como estaban realizando en aquel entonces, ya que tenían los derechos del personaje en propiedad (aun los mantienen, motivo por el que no ha habido otra película del personaje en solitario). Una película que muchos fans admiten que es la que hay que evitar cuando se empieza a entrar en el universo marvelita.
Kevin Feige aprendieron a la fuerza los peligros de su empresa si no ejercían un control más férreo sobre las producciones. El rodaje se volvió tan caótico como una de sus escenas de acción por el cambio de Norton de afable actor protagonista a agente del caos, tal y cómo se relata en el reciente libro MCU - The Reign of Marvel Studios. El actor quiso tomar las riendas, reescribiendo el guion a su antojo para que la película fuera más dramática, más en la línea de El caballero oscuro.
Tomar las riendas
Lo que apuntaba a un éxito seguro más para seguir firmemente el camino de Iron Man casi se vino abajo de la manera más espectacular, poniendo en riesgo toda su ambiciosa empresa del universo compartido. Marvel aprendió una dura lección sobre cómo se puede permitir la creatividad, pero hay que tener una mano autoritaria. Una que encontraron en el productor Craig Kyle.
"No era lo que querían": Edward Norton escribió un guion para 'El increíble Hulk' que iba a parecerse mucho al Batman de Christopher Nolan, pero luego todo cambióKyle fue uno de los responsables, a partir del episodio de El increíble Hulk, de asentar la esencia de la compañía en una perfecta convivencia entre la seriedad del negocio y la libertad del arte. También estableció un método para evitar más producciones caóticas: "Tenemos una política de cero gilipollas en nuestras películas", evitando contratar a gente que pueda causar problemas de la misma índole que Norton. "Es una gran política".
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