Hoy por hoy es una de las estrellas más reconocibles de Hollywood pero hace ahora un cuarto de siglo Leonardo DiCaprio acababa de comenzar a despuntar en la industria cinematográfica y se perfilaba como una auténtica promesa. Había sido nominado al Oscar con tan solo 20 años por su papel en el drama ¿A quién ama Gilbert Grape? y con su carrera prácticamente recién comenzada ya podía presumir de haber trabajado con la mismísma Meryl Streep en La habitación de Marvin o Sharon Stone en Rápida y mortal y de haber obtenido no uno sino varios papeles protagonistas en películas como Vida de este chico, Diario de un rebelde o Romeo y Julieta de William Shakespeare.
Sin embargo, el papel que marcaría la vida de Leonardo DiCaprio llegaría a los 23 años con Titanic de James Cameron, una película que se convirtió en la más taquillera de todos los tiempos y en la que adquirió fama mundial y una amistad para toda la vida con su coprotagonista Kate Winslet. En Titanic, DiCaprio interpretaba a Jack Dawson, un joven humilde con un don para la pintura que conseguía mediante una apuesta unos billetes para viajar en el transatlántico más grande de la historia justo unos minutos antes de que zarpase a Nueva York. Para el joven, al igual que para el resto de pasajeros, ese barco representaba el comienzo de una nueva y prometedora vida, pero lo que ninguno de ellos sabía entonces es que el buque acabaría naufragando en su viaje inaugural y perdiendo cientos de víctimas en el océano Atlántico.
Con 2.257 millones de dólares recaudados, Titanic fue la película más taquillera de la historia durante más de dos décadas, aunque ahora figura en el cuarto puesto por detrás de las dos películas de la saga Avatar, también de James Cameron, y Vengadores: Endgame.
Curiosamente, al mismo tiempo que saboreaba uno de los momentos más dulces de su carrera con Titanic, Leonardo DiCaprio estrenaba otra película, apenas tres meses después, que se vio beneficiada por el éxito de la de James Cameron a nivel económico, pero que supuso un batacazo a nivel de crítica y se considera uno de los trabajos más flojos del actor: El hombre de la máscara de hierro.
Poco después de su meteórico éxito como Jack Dawson, DiCaprio interpretaba al apodado como Rey Sol, Luis XIV de Francia en El hombre de la máscara de hierro, que vio la luz en las salas de cine en marzo de 1998 mientras Titanic todavía estaba en cartelera en muchos países.
Dirigida por Randall Wallace y con un conjunto de actores de primer nivel en el que, además de DiCaprio, destacaban las presencias de Jeremy Irons, John Malkovich, Gérard Depardieu y Gabriel Byrne, El hombre de la máscara de hierro podría haber sido otro punto álgido en la carrera del intérprete apenas unos meses después del éxito de Titanic, pero el reusltado final de la película no lograba exprimir todo su potencial, ya que tanto el guion como la dirección resultaron bastante débiles.
La historia de El hombre de la máscara de hierro nos situaba en la Francia de 1660, con el rey Luis XIV (DiCaprio) celebrando fastuosas fiestas mientras gobierna a su pueblo sin piedad y los deja morir de hambre. De los antiguos Cuatro Mosqueteros, sólo D'Artagnan (Gabriel Byrne) sigue activo en la Guardia, mientras que Athos (John Malkovich), Aramis (Jeremy Irons) y Porthos (Gérard Depardieu) dedican cada uno su vida a su hijo, a su fe o a su sus dulces vicios respectivamente.
Para poner fin al reinado de terror de Luis XIV, idean un plan: el rey mantiene a su hermano gemelo Philippe (también interpretado por DiCaprio) escondido detrás de una máscara de hierro en un calabozo de la Bastilla. La salvación de Francia está en juego y el prisionero es el único que tiene la manera de salvar a su país, así que, aprovechando el evidente parecido entre ambos, los Tres Mosqueteros elaboran un plan consistente en capturar a Luis XIV y colocar a Phillipe en el trono en medio de un baile de máscaras. Sin embargo, solo cuentan con tres semanas para enseñarle a Philippe a ser un verdadero Rey.
Leonardo DiCaprio pasó de ser el rey del mundo con 'Titanic' a protagonizar su fracaso más sonadoEl director y guionista Randall Wallace tenía una gran ambición depositada sobre el proyecto, pero logró poco: ni siquiera las sólidas actuaciones de su gran reparto pudieron ocultar las debilidades del guion, repleto de diálogos artificiales no demasiado divertidos, y unos personajes mal construidos que ni la brillante interpretación de sus actores podrían salvar. Asimismo, la trama resultaba relativamente predecible y nada parecía realmente auténtico pese a tratarse de una película de época.
Con 183 millones de dólares recaudados frente a sus 35 de presupuesto, la cinta fue un éxito comercial, pero a nivel de crítica fue una auténtica decepción, tal y como demuestra su 32% en Rotten Tomatoes y aprobado raspado del público. Además, por la interpretación de los dos hermanos, Leonardo DiCaprio recibió el infame premio Golden Raspberry, más conocido como Razzie, a la peor pareja en una escena en 1998.
Afortunadamente, el traspiés no tuvo mayores consecuencias para DiCaprio, que siguió consolidándose como uno de los mejores actores de su generación y ganó el Oscar en 2016 por su trabajo en El Renacido.