Adaptación de la exitosa saga literaria escrita por Suzanne Collins, la tetralogía de Los juegos del hambre supuso una auténtica máquina de hacer dinero para el estudio Lionsgate en la primera mitad de la pasada década: entre la primera parte de Los juegos del hambre, estrenada en 2012, y la cuarta cinta, Los juegos del hambre: Sinsajo - Parte 2, estrenada apenas tres años después, la saga recaudó un total de 2.970 millones de dólares en todo el mundo. Todo un fenómeno que sirvió para consolidar el género 'young adult' e hizo que surgieran nuevas adaptaciones de sagas distópicas con mayor o menor éxito.
Tal fue el éxito de la saga protagonizada por Jennifer Lawrence, Liam Hemsworth y Josh Hutcherson que no es de extrañar que el estudio aprovechase la oportunidad de adaptar la precuela de la historia publicada el pasado año 2020 por Suzanne Collins. Un regreso a Panem bajo el título Los juegos del hambre: Balada de pájaros cantores y serpientes con la que no se perdió el tiempo: la película, ambientada 64 años antes de los acontecimientos de la saga, fue estrenada el pasado mes de noviembre.
De nuevo dirigida por Francis Lawrence -director de todas las películas anteriores menos de la primera-, pero sin su elenco protagonista al frente, la precuela continúa su andadura en cines y, aunque no ha repetido el éxito de sus predecesoras, ya ha logrado alcanzar el punto de rentabilidad con casi 250 millones de dólares hasta la fecha.
Los juegos del hambre también es, por supuesto, una saga que contribuyó con creces a poner en órbita la carrera de Jennifer Lawrence, quien se hizo famosa en el mundo entero obteniendo el papel principal de la historia y supo demostrar su talento con el resto de oportunidades que le surgirían después.
Lawrence fue la elegida entre muchas actrices entre las que figuraron grandes nombres pero, aún teniendo claro que ella era la intérprete perfecta para el papel, los productores de la saga decidieron pedirle que cambiara su apariencia física lo suficiente para parecerse más a la Katniss Everdeen que tenían en mente. Ella, por su parte, no tuvo ningún problema en teñir su cabello rubio de un tono marrón más oscuro para que coincidiera con la descripción del personaje en los libros, pero hubo un cambio que rechazó rotundamente.
En entrevista con el sitio SciFiNow en 2013, Jennifer Lawrence reveló que rechazó una petición específica de los productores aún pensando que podría traducirse en su despido inmediato: le pidieron que adelgazara.
En la primera película, cuando se hablaba de algo en plan, 'Son los Juegos del Hambre, tienes que perder 10 libras [4,5 kilos]', yo dije: 'Tenemos control sobre esta imagen, tenemos control sobre este modelo a seguir'. ¿Por qué convertirla en algo inalcanzable y delgado?'
"Es una persona a la que las jóvenes admirarán y querrán parecerse a ella, y nosotros tenemos control sobre ello, así que ¿por qué no hacerla fuerte? ¿Por qué no hacerla hermosa, saludable y en forma?", se preguntaba la actriz, quien decidió plantarse por completo. "Fui muy inflexible al respecto, porque creo que nuestra industria no asume la suficiente responsabilidad por lo que le hace a nuestra sociedad, por generar expectativas poco realistas, y no quiero ser parte de eso".
"Recuerdo lo que sentía cuando tenía 14 años. Mirar a una modelo de Victoria's Secret y pensar: 'Nunca me veré así'. No quiero que nadie se sienta así", aclaraba.
Tras aquello, la actriz se ha mantenido constante con su postura y ha mantenido el discurso. Solo en una única excepción aceptó perder peso: para la película Gorrión Rojo, en la que la dieta no tenía que ver con una cuestión estética, sino con una mejor representación del personaje: "Gorrión Rojo fue la única vez que tuve mucha hambre y disciplina. No puedo estar en el personaje de una exbailarina y no sentirme como una exbailarina".
