Steven Spielberg mantuvo siempre una relación especial con Stanley Kubrick, a pesar de tener estilos distintos y llegaban a hacer películas de ambiciones diferentes. Mientras que este último se le acusaba recurrentemente de ser frío y calculador en su cine, al primero se le alababa y conectaba con el público por su sensibilidad. Dos caras de una moneda cinematográfica que, sin embargo, se admiraban mutuamente.
En el pasado Spielberg ha expresado su devoción por las obras de su compañero, especialmente de El resplandor a la que ha ido amando con el tiempo y se ha vuelto su película de terror favorita, hasta el punto de homenajearla al máximo en su película Ready Player One. Kubrick también sentía apreciación por las habilidades de otros cineastas, y Spielberg era uno de esos privilegiados en el arte. Razón por la cuál consideró que podía hacer una de sus grandes obras inacabadas.
Kubrick llevaba desde hace tiempo queriendo hacer una película de ciencia ficción sobre una ciudad futurista, sobre niños robots y el avance de la Inteligencia Artificial. En 1985 le pidió consejo a Spielberg, algo que le sorprendió tal y como revela en su biografía, ya que Stanley quería un toque de cuento de hadas moderno para la película, tomando como principal referencia Pinocho. El director tenía un borrador del guion de 90 páginas, pero no terminaba de dar con la manera de representarlo mejor en pantalla para que emocionase al público.
Las limitaciones técnicas de la época hacían complicado realizar A.I. Inteligencia Artificial en su momento, al menos para recrear debidamente el mundo futurista que buscaba el director. Kubrick hasta experimentó construyendo un verdadero niño mecánico que sirviera para protagonizar la película, tomando de modelo a su sobrino, pero fue un completo desastre. Quizá por eso, en 1994, este volvió a hablar con Spielberg para que tomase él el proyecto.
Cuestión de sensibilidad
Su compañero le dijo "Está mucho más cerca de tu sensibilidad que de la mía", lo cuál Spielberg se tomó como un halago algo confuso. ¿Era un reproche o un cumplido? ¿Lo hacía porque Spielberg tenía un carácter más esperanzador en su cine? ¿Lo hacía porque él mismo caría de una dimensión cálida para hacer un cuento de hadas? Estas dudas se aparcaron por completo con la muerte de su compañero en 1999, dejando ese y otros tantos proyectos sin terminar.
Es una de las mejores películas de terror de la historia y una de las favoritas de Steven Spielberg: "Es imposible quitarla"Spielberg trató de mantener esa visión cálida que Kubrick quería para la historia de este Pinocho robótico, manteniendo una fantasía más optimista durante su primera mitad. El final sí que fue cambiado, y no una idea original de Kubrick como muchos han asumido ("Todas las partes de A.I. que la gente asume que eran de Stanley eran mías"), llevando la película a una zona más oscura, agridulce y compleja que la ha terminado de convertir en un clásico querido por muchos. ¿Hará algo similar con su serie sobre Napoleón, otro gran proyecto inacabado de su compañero?
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