Últimamente, estamos viendo cómo el cine se adentra sin tapujos en una visión del sexo más desprejuiciada, sin tantos artificios ni remilgos. Por ejemplo, hace muy poco se estrenaba en nuestras pantallas Creatura, una arriesgada cinta española, dirigida e interpretada por Elena Martín, en la que hacía un repaso por la sexualidad femenina en distintas edades, incluso atreviéndose a discurrir por terrenos tan espinosos como la niñez y la adolescencia.
Nuestro cine también abordó en 2022 en La consagración de la primavera, de Fernando Franco, una historia entre una trabajadora sexual y su cliente, una persona con parálisis cerebral, abriendo un debate en la sociedad pública acerca de la conveniencia de este tipo de servicios. Ahora llega a nuestras pantallas Slow, con el aliciente, además, de provenir de un país del que no solemos ver mucho cine como es Lituania.
Dirigida por Marija Kavtaradze (Summer Survivors) a partir de una historia propia, Slow, ganadora del premio a la Mejor Dirección en la sección World Cinema del pasado Festival de Sundance, nos cuenta la historia de Elena, una profesora de baile, y Dovydas, que trabaja como intérprete de lenguaje de signos. Entre ellos comenzará una bella historia de amor pero un tanto atípica: Dovydas es asexual, solo tiene sentimientos románticos hacia Elena y jamás ha sentido deseos sexuales por una persona.
La crítica se ha deshecho en elogios ante esta delicada y particular historia de amor romántico sin sexo. Por ejemplo, Marya E. Gates de Rogerebert.com asegura que Slow "asienta a Kavtaradze como una directora con un profundo conocimiento de la psicología humana y una gran habilidad para trabajar con los actores"; Wendy Ide de Screendaily la define como "una obra cinematográfica sumamente segura que negocia el difícil terreno de las sexualidades atipicas con sensibilidad, humor y una refrescante ligereza de tacto"; para Andrew Parker de The Gate se trata de "un drama sobre personas complejas y reconocibles en una situación totalmente verosímil que nunca antes se había representado de tal manera en la pantalla" y por su parte, Fabien Lemercier en Cineuropa asegura que "Kavtaradze consigue presentar un tema muy banal desde una perspectiva extraordinariamente diferente, todo ello con un estilo sensorial y un uso excelente y sentido del diálogo".
Un estreno bastante recomendable para el comienzo de 2024 que nos acerca, además, a un país de cuya cinematografía apenas sabemos nada. Una historia delicada, humana y tierna para comprender que pueden existir otro tipo de relaciones más allá de las convencionales.