A pesar de que muchos lo tienen en un pedestal, y sus películas son muy queridas en todo el mundo, el cine de Steven Spielberg no despierta un consenso unánime. Si acaso, el director cuenta con detractores muy feroces en diferentes áreas, desde la crítica y cinefilia hasta otros directores de otras industrias. Su popularidad extrema ha llevado a que algunas de sus películas se comiesen el poco espacio que queda para otra clase de cine.
Sus películas blockbusters eran criticadas por ello, pero Jurassic Park (Parque Jurásico) se llevó la palma y le puso en el punto de mira. Su lanzamiento ambicioso en todo el mundo le llevaba a dominar casi todas las pantallas de cine de los mercados internacionales, recibiendo prioridad incluso por encima de muchos cineastas locales de aquellos países. En zonas como Francia se empezó a asociar a Spielberg con la hegemonía cultural de Estados Unidos.
Sean reales o imaginarios, muchos académicos de cine adjudicaron a Spielberg diversos pecados cinematográficos de los que debía absolverse. Aunque realmente se tratase del cine comercial en general, Spielberg era un buen chivo expiatorio en su momento. Su reivindicación tuvo que esperar hasta 2006, donde salían estudios críticos como los del historiador y escritor Lester D. Friedman, que escribió una reivindicación de su estilo y sensibilidad artística en Citizen Spielberg.
Enemigo público
Pero seguía encontrando enemigos en diversas partes del mundo. El también cineasta Jean-Luc Godard era uno de sus detractores más voraces y públicos, criticándole hasta en sus propias películas. En Elogio del amor, de 2001, dedica varios momentos a atacar a "Steven Spielberg Asociados" por sus intentos de absorber culturalmente momentos trágicos como el Holocausto en La lista de Schindler.
El caso de Spielberg, sin embargo, no deja de ser una manera de señalar las peores conductas de la industria cinematográfica. El director ya no se encuentra en ese punto de ser la representación de la dominación perniciosa de las pantallas de cine, pasando ese papel a Disney y sus producciones. Quentin Tarantino tuvo una famosa reprimenda contra ellos en 2015, cuando la compañía quiso quitarle los cines donde quería mostrar Los odiosos ocho para hacer más grande el estreno de Star Wars VII: El despertar de la fuerza. Los problemas siguen existiendo, sólo hay una nueva cara para representarlos.
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