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    El pasajero 46: 'La sociedad de la nieve' no lo menciona pero dormirse le salvó del desastre y no llegó a subir al avión
    Alicia P. Ferreirós
    Amante de las series y gran aficionada al terror, la ciencia ficción, la crónica negra y el ‘true crime’.

    La película de J.A. Bayona ya ha visto la luz en las salas de cine antes de su estreno en Netflix el próximo 4 de enero.

    Netflix

    Como suele pasar con las grandes historias, el accidente aéreo de 1972 al que habitualmente nos referimos como la tragedia de los Andes y en torno al que gira la recién estrenada película La sociedad de la nieve, está rodeado de otro montón de microhistorias y pequeños detalles que quedan en un segundo plano, pero que sí ocupan un hueco importante en los recuerdos de los protagonistas.

    Cuando aquel avión de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrelló en el corazón de los Andes con 45 pasajeros a bordo, 17 personas murieron el primer día, mientras que las 28 restantes se vieron obligados a salir adelante en las condiciones más extremas de supervivencia. Tras 72 días en la montaña, heridos, soportando temperaturas inhumanas y teniendo que recurrir a los cadáveres para alimentarse, 16 supervivientes pudieron ser rescatados con vida cuando dos de ellos lograron salir de de la cordillera por su propio pie. Lo vivieron en sus carnes y siempre serán considerados los héroes, pero aquel trágico accidente también marcó las vidas de 45 familias, de las suyas y de las de aquellos que no pudieron salir con vida pero les ayudaron con sus cuerpos a sobrevivir.

    La sociedad de la nieve

    Los sentimientos de las familias también encuentran su espacio en el libro de Pablo Vierci que sirve como base de La sociedad de la nieve de J.A. Bayona. Los supervivientes no se olvidan de ellos en ninguno de sus relatos. A su regreso visitaron a los seres queridos de sus amigos y respondieron a todas las preguntas que necesitaban saber. Algunos forjaron grandes amistades, incluso, pero esto no llegamos a verlo en la película de Netflix, que termina con el rescate y primeras atenciones médicas.

    Otra pequeña historia que de la que tuvo que prescindir La sociedad de la nieve -a la que tenemos que reconocerle ser impresionantemente fiel y la introducción de un sinfín de detalles reales- por una cuestión de tiempo, es la de Tito Regules, un miembro del equipo con billete que se durmió y no llegó a subir al avión. Eso le libró de la muerte. Vierci sí cuenta su historia:

    "Tito había pasado una noche de juerga en el casino del Hotel Carrasco, se había acostado tarde, y, sin darse cuenta, había apagado el despertador", se recuerda en La sociedad de la nieve. Marcelo Pérez del Castillo, el capitán del equipo, intentó localizarle sin éxito.

    Dormirse lo salvó del desastre. Aunque, veintiún años después, dormirse lo mató

    "En el verano de 1993, al volante de un vehículo se durmió y su coche se estrelló contra la parte posterior de un camión. Falleció en el acto", recuerda Pablo Vierci.

    En su lugar viajaría Graziela Mariani, que iba a volar por la tarde en otro avión rumbo a la boda de su hija en Chile pero prefirió subirse al del equipo de rugbi para ahorrar tiempo y dinero. Graziela fallecería durante la primera noche en la cordillera después del accidente.

    Además, dos de los 16 supervivientes estuvieron a punto de también perder el avión: Eduardo Strauch se olvidó el pasaporte y llegó apenas 8 minutos antes del despegue y el padre de Daniel Fernández estuvo a punto de impedir que su hijo viajase, simulando haber cometido un error que no le permitiría tener el dinero. Daniel se lo pidió prestado a su hermana.

    El libro de Pablo Vierci que tantas emociones despertó en Bayona relata un montón de historias más, pero La sociedad de la nieve es sin duda la mejor película que podía hacerse sobre la historia más increíble jamás contada.

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