En la primera lectura de guion de Piratas del Caribe, tanto el reparto como los directores tenían dudas sobre la elección de Johnny Depp como Jack Sparrow. El guion se había escrito para Hugh Jackman, y después fue pasando por distintas manos, como Matthew McConaughey o Jim Carrey, hasta caer en las manos de un actor respetado pero con una reputación no necesariamente intachable. Depp leyó que los piratas eran una especie de estrellas del rock de su época y basó su personaje en Keith Richards. El resultado fue... sorprendente.
Sí, filis
Johnny Depp entró por la puerta haciendo del personaje que todos conocemos, y los ejecutivos de Disney no entendían si lo estaba interpretando como borracho o como gay. Al final, el propio Michael Eisner acabó diciendo que estaba arruinando la película. Johnny Depp les dijo "Estas son las elecciones que tomo. Conocéis mi trabajo. O creéis en mí o me echáis". El resultado ya le conocemos todos, porque el granuja Jack Sparrow protagonizó cinco películas, con una sexta eternamente rumoreada.
Y a lo largo de estas cintas su relación con el equipo fue haciéndose más estrecha. Tanto, que el equipo de maquillaje fue haciéndole en cada película cada vez más grande una roncha roja a un lado de la cara que viene a significar... que el personaje tiene sífilis. Ojo, porque originalmente era una idea de Depp, que, cuando Sparrow era un personaje mucho menor en el guion, pretendía que tuviera un running gag en el que se pudiera quitar y poner la nariz a placer.

Hay un guiño extra: cuando Jack va, en la tercera parte, al fondo del mar, con Davy Jones, queda libre de la marca de la sífilis y no aparece en la cuarta ni la quinta películas: dado que, de alguna manera murió, está libre de cualquier enfermedad... Y el motivo por el que, con tanta insistencia, busca la inmortalidad. Pequeños detalles que cambian por completo una historia.