En 1987, Street Fighter no causó un gran revuelo: era solo un entretenido videojuego de lucha de Capcom en el que podías controlar a Ken. con el que, además de pegar patadas, podías hacer tres ataques especiales. No fue hasta que la desarrolladora creó Street Fighter II que el juego pasó a ser un auténtico fenómeno. Era 1991 y acababa de nacer un imperio de cómics, anime, series de televisión y, por supuesto, videojuegos, que iba mucho más allá de un uno contra uno en la recreativa. Y claro, tenía que tener, tarde o temprano, su propia película.
Let's fight!
Steven E. De Souza es el guionista tras algunas de las películas más taquilleras e icónicas de los 80 y los 90: Commando, Jungla de Cristal o Perseguido llevan su nombre. Y Capcom le dio tan solo un día para pensarse si quería hacer una adaptación de su Street Fighter. El problema es que las desavenencias empezaron pronto: en lugar de dejarle elegir qué personajes aparecerían en la película, Capcom empezó a presionar para meter a todos de una manera u otra, pero él insistió en que siete era el número mágico (los siete enanitos, los siete samuráis, etc). Funcionó... hasta que dejó de hacerlo.
Eso no impidió que en la película se hiciera un guiño divertido a Capcom en un plano en el que dos personajes levantan un plato metálico y en el fondo se puede ver perfectamente el logotipo de la empresa. Visto y no visto (y posiblemente, sin el beneplácito de su guionista).
Al final, Street Fighter es conocida por ser la última película que rodó el gran Raúl Julia, que falleció solo un mes después del final, y por ser el pistoletazo de salida para una saga tardía que continuó en 2009 con la infame La leyenda de Chun-Li y la muy desconocida Assassin's Fist. ¿Algún día veremos una película que realmente haga honor a su nombre? De momento, esperaremos sentados.