Hay pocas escenas en Saltburn que no generen malestar. Empezando por los primeros momentos en los que Oliver vigila a Félix desde la distancia y terminando por el impactante final que no deja a nadie indiferente. La cinta dirigida por Emerald Fennell es, simplemente, única y tienes que estar dispuesto a entrar en su universo si realmente quieres disfrutar de la experiencia.
Para hacer algo así se necesitan también actores entregados y estamos convencidos de que no había nadie más preparado para el papel que Barry Keoghan. El joven intérprete da vida a Oliver, el alumno de familia humilde que termina dentro de la riquísima familia Catton. Cuando se traslada a la mansión Saltburn a pasar el verano se da cuenta de que las cosas no volverán a ser como antes.
Es precisamente Oliver el que tiene las escenas más polémicas de la cinta y llegó a tener el personaje tan interiorizado que no le importó interpretar un momento como el de la tumba.
¡CUIDADO, se avecinan SPOILERS! No sigas leyendo si no has visto la película
Después de conocer que Félix ha sufrido una sobredosis y tras enterrarle en una ceremonia íntima junto a los Catton, Oliver se acerca a su tumba, que tiene la tierra aún fresca. Se abraza a los restos de su amigo y, en un momento de pasión, termina bajándose los pantalones y haciéndole el amor. Es una de las imágenes más perturbadoras del largometraje y podemos decir que el mérito es de Keoghan, quien decidió añadirlo, tal y como señaló en una entrevista con Variety.
Sobre el papel, no estaba escrito que hiciera eso. Pero quería ver qué pasó de verdad, dónde podría llevarlo. Quería estar confundido y dejar que mi cuerpo liderara el camino. ¿Qué estoy haciendo? ¿Cómo puedo acercarme más?
"Se trata de encontrar ese nuevo nivel de obsesión. Tratar de elevar el nivel de la obsesión. Es bastante triste porque ni siquiera sabía qué hacer. Es un niño perdido, confundido y no sabe lo que persigue", continúa.
Originalmente, solo debía besar la tumba y usar sus dedos para penetrarla, pero, momentos antes de grabar, la directora Emerald Fennell le dijo: "No lo sé, Barry. Creo que él... se bajaría la cremallera". Fennell dejó ahí la idea y Keoghan le dio forma. Tras darle una vuelta, preguntó: "¿Puedo tener un set cerrado? Me gustaría probar algo".
Una decisión arriesgada que hace de Saltburn una película única.