Hoy en día, cuando los fans nos enfrentamos a una película de terror, de las que se estrenan hoy en día, a menudo se tiende a una sensación de ‘déjà vu’, como de que ya hemos visto esto antes. Las películas de posesiones entran fácilmente en esta categoría. Normalmente, hay una persona que está poseída por un demonio maligno, y esperamos a que llegue un sacerdote o un experto para sacárselo de dentro. Si uno ha visto ejemplos recientes como El exorcista del papa o Expediente Warren: Obligado por el demonio, sabrá de lo que hablo. Pero cuando una película toma un subgénero tan trillado como éste y le da una vuelta y lo sumerge en un universo tan personal y grotesco, se convierte en una grata sorpresa. Y si además ese filme es increíblemente perturbador y tremendamente entretenido, como Cuando acecha la maldad, es motivo de celebración para los que amamos el fantástico.
Hay películas que te hacen sentir mal, y luego están las inmorales inmersiones en un Infierno en la Tierra, como el extraordinario puñetazo en las tripas que nos propone con su obra Demián Rugna. El director, que ya sorprendió a propios y extraños con Aterrados, va ahora un paso más allá. Si te gustan los filmes de terror nihilistas que se quedan en la boca del estómago y golpean tu cerebro, éste es tu largometraje. El cineasta argentino reinventa el cine de posesiones demoníacas como si se éstas se tratasen de un brote viral, demostrando ser cualquier cosa menos un realizador con un ‘one hit wonder’ en su filmografía.
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Rugna aporta muchas innovaciones al género: empezando por la idea de que la gran mayoría de los habitantes de la comunidad agrícola rural argentina y de algunas localidades cercanas conocen "siete reglas" para luchar contra espíritus malignos. El filme arranca cuando el granjero Pedro (Ezequiel Rodríguez) y su hermano Jimmy (Demián Salomón) se dan cuenta de que un hombre de su región es lo que llaman un “embichado” -una criatura poseída y de cuyo cuerpo se ha llenado de flatulencia y pústulas- entonces deciden sacarlo de casa para llevarlo fuera del lugar, con consecuencias desastrosas. Mientras que muchas historias de posesión, que operan a la sombra de El exorcista, son principalmente historias religiosas, Cuando acecha la maldad es más una historia familiar: en la que el peligro gira en torno a la ex mujer del protagonista, sus hijos y su madre. Todo ello, salpicado por sus intentos de protegerlos mientras el contagio demoníaco se extiende, ensuciando todo lo que toca.
Es un filme modesto en cuanto a producción, lo que hace que la infernal avalancha de escenas bizarras y desagradables sea mucho más impresionante. Con ella, queda demostrado que Rugna no aparta la cámara de imágenes grotescas: mostrando actos de violencia terribles. La historia es un efecto dominó en el que ni los más inocentes están a salvo. El cineasta tiene influencias de Stephen King (Los chicos del maíz), y también del Sam Raimi de Posesión infernal y Arrástrame al infierno. El propio realizador, cuando presentó su obra en el Festival de Cine Fantástico de Sitges -donde se alzó con el premio a la Mejor Película- la definió como "una patada en el orto sobre Milei y los que le apoyan", y es que Cuando acecha la maldad podría ser perfectamente una alegoría sobre cómo la juventud argentina ha aupado a la ultraderecha al poder.
"La gran película de terror de este año": 'Cuando acecha la maldad', la ganadora de Sitges 2023, es profundamente impactante e imprescindibleActuaciones sólidas, grandes sobresaltos y una fuerte sensación de desasosiego hacen que esta película sea aterradora. Rugna diseña un artefacto -que pese a su imperfección y a tener algunos altibajos en su tramo final- para hacer al público estremecer, cruzando líneas que pocos cineastas de terror están dispuestos a cruzar. Pero los detalles de la construcción del mundo y la narración son los que la hacen tan memorable. El cineasta tiende en ocasiones a darle un humor -más negro que la noche- a la situación que viven sus personajes, y parece regocijarse en sus explícitas y grotescas muertes. Podría tomarse como una tragicomedia de terror, en la que las decisiones que toman los protagonistas hacen que se enfrenten a un peligro cada vez mayor.
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Como comentaba sobre estas líneas, quizás sea el hecho de que los primeros 45 minutos del filme son tan geniales, que el subidón de dopamina se desvanece bastante en la segunda mitad de la película. Eso no significa que sea mala, de hecho estamos -junto a Háblame- ante la mejor y más original cinta de terror de 2023 (aunque llegue a nuestros cines ya en 2024). Es sólo que el director cae presa de algunos errores clásicos del terror hacia el final de la película. La segunda mitad se ralentiza bastante, efangándose en la explicación de las "reglas" de este retorcido universo de posesiones. Esta sobreexposición no sólo hace descender el ritmo de la película, sino que también resulta excesivamente complicada.
Terminaré recomendando Cuando acecha la maldad tanto para los más espectadores más sórdidos como para los aficionados al terror más visceral: los efectos prácticos son espeluznantes y, a medida que aumenta el número de cadáveres, las muertes son cada vez más contundentes y gráficas. Rugna no necesita recurrir a los sustos baratos o a los trillados ‘jump scares’ cuando tiene tantas formas de evocar el terror real. Pero en el fondo, esta película está destinada a los aficionados al género que pensaban que ya lo habían visto todo. Con este proyecto, el argentino ha roto un montón de reglas del terror y literalmente escribe las suyas propias, convirtiendo su película en lo más refrescante que ha dado el fantástico este año.
