Son muchos los piropos que podemos dedicarle a La sociedad de la nieve de J.A. Bayona. El director español llevaba más de diez años trabajando en llevar de nuevo a pantalla la impactante historia conocida en todo el mundo como la tragedia de los Andes y finalmente ha sido posible gracias a Netflix, que le brindó al cineasta el presupuesto necesario, 60 millones de dólares según se ha reportado, y luz verde en los detalles que él creía imprescindibles para contarla bien, como el detalle de que fuese rodada en español y los supervivientes fueran interpretados por actores uruguayos y argentinos, entre otros ejemplos.
Juan Antonio Bayona tenía claro también que quería contar la historia de una forma diferente a como nos la habían contado hasta ahora. Había quedado absolutamente impresionado con la lectura de La sociedad de la nieve de Pablo Vierci y finalmente dio con la tecla: poner el foco sobre los que no volvieron, las víctimas que perdieron la vida en la montaña.
'La sociedad de la nieve', el capítulo que faltaba por contar de la tragedia de los Andes: "Poner el acento en el amigo que da su cuerpo"Cualquiera que haya leído el libro del autor uruguayo que sirve como base para la película o que sencillamente ha explorado en profundidad la increíble historia a través de libros, documentales, reportajes o decenas de entrevistas puede corroborar que La sociedad de la nieve exuda realismo por los cuatro costados. Que Bayona ha cuidado al milímetro cada detalle para contar la historia de la mejor forma posible para hacer honor a la imponente gesta que llevaron a cabo sus protagonistas, pero también para transportar a los espectadores hasta aquel fuselaje perdido a 4.000 metros de altura en la cordillera de los Andes.
Sin embargo, es inevitable que la película haya tenido que modificar e incluso pasar por alto algunos elementos de la historia completa para ajustar su duración. Por ejemplo, el filme termina con el rescate y pasa bastante por encima del regreso de los supervivientes a la sociedad, obvia por completo el sensacionalismo que se generó en torno al suceso o, por citar algo más concreto, escenas como la muerte del piloto en realidad no se produjeron, puesto que murió en el acto.
Sin embargo, realmente La sociedad de la nieve solo tiene dos grandes modificaciones respecto a la historia real, tal y como admitía el propio Bayona en una entrevista con USA Today:
Probablemente las mayores alteraciones fueron estas dos: Una, que en el vuelo a Santiago de Chile, pararon en Mendoza (Argentina) por las condiciones climáticas y pasaron una noche en la ciudad. Pero nunca mostramos esa pausa en el viaje
La otra, que realmente fueron dos las operaciones de rescate que tuvieron que llevarse a cabo para recuperar a los 14 supervivientes que quedaban en la montaña tras encontrar a Parrado y Canessa.
"Hubo dos operaciones de rescate para sacar a los supervivientes en helicóptero. El primer viaje sólo llevó a la mitad de ellos, y un grupo de rescatistas se quedó con los supervivientes y pasó una noche con ellos. Luego, otro helicóptero los sacó al día siguiente. Pero sólo les mostramos un helicóptero".
Curiosamente, la primera parada del vuelo en Mendoza se prolongó porque las condiciones climatológicas eran adversas. Sin embargo, al tratarse de un avión militar, no podían pasar más de 24 horas en un aeropuerto extranjero. Eso, sumado al detalle que un vuelo recién aterrizado les informó a los pilotos de que todo estaba perfecto, les llevó a retomar el viaje. Sin embargo, algunos de los pasajeros, como el propio Gustavo Zerbino, tuvieron el presentimiento entonces de que algo iría mal.
Respecto a las dos operaciones de rescate, el primer avión se llevó a seis supervivientes (Daniel Fernández Strauch, Coche Inciarte, Álvaro Mangino, Carlos Páez, Fito Strauch y Eduardo Strauch), mientras que los otros 8 tuvieron que pasar una noche más (Pedro Algorta, Pancho Delgado, Bobby François, Roy Harley, Javier Methol, Moncho Sabella, Tintín Vizintín y Gustavo Zerbino). Lo hicieron junto a tres rescatistas que pasaron la noche con ellos, aunque solo uno quiso interactuar con ellos en el interior del fuselaje.
Tal y como se muestra en la película, el último en pisar la nieve en la que habían pasado 72 días fue Gustavo Zerbino, quien se negó a subirse al avión si no dejaban que se llevase consigo la pequeña maleta en la que había guardado recuerdos de todos los fallecidos para entregárselos a sus familiares.
