Aunque se estrena a comienzos de año (y es pronto para vaticinios), creo que es complicado que vayamos a encontrar este 2024 una película más divertida, más extravagante y más maravillosa que la última obra de Yorgos Lanthimos: Pobres criaturas, su segundo largometraje en colaboración con la estrella Emma Stone. En la película, es una suerte de monstruo de Frankenstein femenino, a la que le toca empezar de cero y aprender todo, aunque ya tiene cuerpo de adulto. Para la mayoría de nosotros, la vida se compone de conocimientos y circunstancias que tardamos décadas en acumular hasta que morimos. En el caso de Bella Baxter (Stone), ese proceso se produce a gran velocidad, y el porqué de esto es algo que iremos descubriendo según avanza el metraje. Esta mujer es una tabula rasa viviente que actúa sin que le afecten las presiones sociales, los modales o las sutilezas.
Para quienes conozcan la obra de Lanthimos, desde su cómicamente inquietante Canino, hasta los horrores más directos del siglo XVIII de su última película, La favorita, ésta parece casi la culminación de todo lo que ha rodado hasta ahora. En sus películas anteriores, hemos visto versiones antinaturales y salvajes de nuestra realidad, pero en Pobres criaturas, el mundo es lo que Lanthimos quiera que sea. Realizada con un diseño de producción colorista, decorados alucinantes llenos de tantos detalles como para completar un puzzle de 5.000 piezas, y trajes victorianos salvajemente exagerados que parecen hechos por una costurera demente bajo los efectos del ácido, Estamos, sin duda, ante la más histéricamente divertida y obscena película del año.
La historia de Bella Baxter se desarrolla en un distópico mundo Victoriano gótico y ‘steampunk’. El uso que hace Lanthimos de las lentes de ojo de pez es perfecto para describir este barroquísimo universo. Como escribía unas líneas más arriba, la película es una versión subversiva de la novela Mary Shelley: en la que el papel de creador y guardián de Bella recae en un genio poco ortodoxo, el Dr. Godwin Baxter (Willem Dafoe). Llamado "Dios" por su creación, Godwin hace gala de unas cicatrices grotescas en la cara y el cuerpo, resultado de su experiencia infantil como objeto de la desquiciada curiosidad científica de su padre, una experiencia que no consiguió frenar su propia búsqueda de hechos empíricos. Cuando Godwin contrata al entusiasta estudiante Max McCandles (Ramy Youssef) para que lleve un registro del acelerado progreso de Bella, es cuando el proceso de aprendizaje de la mujer / experimento se incrementa exponencialmente.
"No me preocupa que la película se malinterprete, hago lo que me gusta": puede que no todos entiendan 'Pobres criaturas', pero el reparto se lanzó a por elloVolviendo a la filmografía de Lanthimos, Pobres criaturas se sitúa en una escala distinta a cualquier otra que el director haya intentado antes, aunque se ciñe a muchos de los mismos temas que le han intrigado a lo largo de su carrera. Por ejemplo, la forma en que el Dr. Baxter enseña a Bella recuerda en ocasiones a la forma en que los padres educaban a los niños en Canino, o la extraña realidad que crea en esta ocasión está en línea con otras obras como Langosta. Narrativamente, sin embargo, el filme está llevado por caminos fascinantes, ya que se convierte en una película inusualmente cálida y optimista, gracias al maravilloso guión de Tony McNamara (adaptación de la novela original de Alasdair Gray, por la que ha sido nominado al Oscar). Aunque McNamara toma la historia de Gray, se deshace de cualquier incertidumbre sobre si lo que vemos en la gran pantalla está sucediendo realmente (algo que el libro cuestiona con frecuencia) y crea un libreto que se las apaña para que se sienta como un proyecto propio del realizador griego.
No podría terminar este texto sin hablar de la notable interpretación de Emma Stone. Además en una película en la que la actriz, no sólo aparece desnuda practicando gran cantidad de escenas de sexo, sino la forma en la que la actriz hace el aprendizaje en el que Bella se acerca a su cuerpo y a su sexualidad con el mismo sentido de la aventura que aporta al que se acerca al mundo que desconoce. Asombra el virtuoso uso que la intérprete hace de su cuerpo -la forma en que se mueve entre planos, la comicidad y naturalidad con la que navega y el juego de emociones que transmite- sin duda, es uno de los elementos más cruciales de la experiencia del espectador ante el viaje de Bella.
Sin duda, estamos ante la mejor película de la carrera de Lanthimos -por el momento- y ya se percibe como un clásico instantáneo. Una cinta mordazmente divertida, chiflada, desenfadada y sin pretensiones serias. Está llena de tantos detalles, que intentar analizarlo todo en un solo texto no abarca una película tan grande como esta. Una nominación al Oscar más que merecida y la gran rival de Oppenheimer y Los asesinos de la luna en la carrera por el Premio a la Mejor Película.