En Warner estaban tan seguros de que Harry Potter y la piedra filosofal sería un éxito que su secuela, también dirigida por Chris Columbus, empezó a rodarse solo tres días después del lanzamiento de aquella, en parte por aprovechar el momento y en parte para evitar que Daniel Radcliffe, Emma Watson y Rupert Grint se hicieran mayores antes de tiempo (algo que, años después, Stranger Things sufriría). Y esta vez estaba dispuesto a elevar el nivel de la saga para que pudiera seguir en años venideros. Vaya que si lo consiguió.
Midiendo al detalle
Uno de los detalles que el público no conoce de Harry Potter y la cámara secreta es que Columbus llegó a contactar con un experto en lenguas, Francis Nolan, de la universidad de Cambridge, para que creara (o, al menos, pusiera orden) en el pársel, la lengua hablada por las serpientes que parecía imposible de trasladar desde los libros y sin embargo acabó convirtiéndose en icónica. Pero no fue lo único en lo que Columbus trató de no cometer ningún error.
Hay una escena clave en la película en la que Harry está en una habitación, iluminado por una vela, justo antes de meterse dentro del diario de Tom Riddle. Al introducirse en su interior todo está en blanco y negro menos Harry, sí, pero si te fijas en la cara del joven mago, aún está iluminada por la vela de manera ténue. Ahora bien, en otros planos no se nota tanto, así que cabe la posibilidad de que no fuera necesariamente intencionado. Habrá que preguntar a Columbus.
La película, por cierto, acabó recaudando algo menos que la primera, y hubo agoreros que creyeron que significaba el principio del fin para la franquicia. Como ahora sabemos, en realidad no pudo ser más exitosa: a lo largo de ocho películas, recaudó más de 7.700 millones de dólares, una cifra superada por muy -muy- pocas sagas. No es de extrañar que Warner eche de menos las varitas con tanta fruición...