A los ocho años, la pequeña Geraldine debutó en el cine en la última película que su padre, Charlie Chaplin, pudo rodar en Estados Unidos. Candilejas se quitó de los cines poco después de haberse estrenado en 1952 porque Chaplin huyó con su familia a Europa... Y, de hecho, fue nominada al Óscar a mejor banda sonora original, pero en 1973, 21 años después, cuando volvió a reestrenarse en Los Angeles. Un inicio profesional así de apasionante solo podía traer grandes cosas para la joven Geraldine Chaplin.
Bayona y Chaplin, la extraña pareja
Tras décadas de cine haciendo obras maestras y cobrándose nominaciones a los Globos de oro, los BAFTA e incluso ganando un Goya por En la ciudad sin límites, Geraldine Chaplin aceptó aparecer en la primera película de un joven director llamado Juan Antonio Bayona. El orfanato se convirtió en su segunda nominación a los premios de la Academia Española y se volvió la actriz fetiche del director. Desde entonces, no ha dejado de aparecer en una de sus películas: Lo imposible, Un monstruo viene a verme, Jurassic World: el reino caído e incluso La sociedad de la nieve.
Pero estarás pensando que no has visto a Chaplin en la película de Netflix, principalmente protagonizada por hombres jóvenes. Sin embargo, se trata de un cameo para el que ni siquiera hizo falta que se moviera de su casa. Justo antes de empezar el viaje, Numa Turcatti está mirando un libro y en su interior aparece ella en una foto de Doctor Zhivago, su primer gran papel, en 1965, que le valió la nominación al Globo de Oro.
A sus 79 años, Chaplin sigue activa en la industria superando a su padre, que se retiró a los 78 años tras hacer La condesa de Hong Kong, totalmente apartado ya del foco mediático y recopilando opiniones negativas en la época (y, por qué no decirlo, también ahora). Solo hay una cosa segura en su futuro: volverá a colaborar con Bayona tarde o temprano.