Al entrar a grabar en un centro psiquiátrico, lo difícil no es tratar con los pacientes que habitan en él, sino liberarse uno de sus propios prejuicios. Para realizar En el Adamant, Nicolas Philibert ha seguido tres reglas irrompibles: no forzar a nadie a hablar, no tener ideas predefinidas y llegar con la postura humilde de querer aprender. Partiendo de esa base, todo lo demás ha sido sencillo.
"Hacer un filme, cualquiera, nunca es fácil. Pero no tuve ninguna dificultad en particular para que me aceptaran", cuenta Philibert en una entrevista con SensaCine. Su documental llega a Filmin este 2 de febrero y adentra al espectador en el día a día de un centro de día que flota en las aguas del Sena y que acoge a pacientes con diferentes necesidades psiquiátricas. "Un filme como este, no es un filme que busca transmitir un conocimiento sobre la psiquiatría. No es un filme que busca decirle al espectador qué es lo que debe saber. Es un filme que busca llevar a los espectadores a la mano para llevarlos a un encuentro con estas personas", añade el cineasta.
No es la primera vez que Philibert se adentra en este universo. En 1997 ya rodó La Moindre des choses, desde el que se acercaba a un centro psiquiátrico de La Borde, en el Valle del Loira de Francia. Gracias a la psicóloga Linda de Zitter, con quien trabajó en esa pieza, conoció el proyecto Adamant y se sintió atraído a comienzos de la década de los 2010. Casi 15 años después estrena este relato que, asegura, no ha vivido "desde la distancia", sino que ha sido uno más. "Paso mucho tiempo con la gente, soy cercano. Muy a menudo comemos al mediodía juntos y en esos momentos yo cuento cosas sobre mí, ellos cuentan cosas sobre ellos", explica.
He leído que conocías el proyecto Adamant desde hace ya bastante tiempo, ¿qué te atrajo tanto sobre él como para querer hacer un documental?
Mi interés por la psiquiatría siempre ha sido muy fuerte en la vida y lo veo como una lupa sobre el mundo. La psiquiatría nos permite tener una visión sobre nosotros, sobre la humanidad, sobre nuestra sociedad y en qué estado está la sociedad.
¿Fue fácil para acceder al centro y poder grabar ahí dentro?
Hacer un filme, cualquiera, nunca es fácil. Pero no tuve ninguna dificultad en particular para que me aceptaran. En el Adamant, muchos de los médicos conocían mi trabajo, algunos de mis filmes, y eso me ayudó. Fui muy bien acogido por el equipo y por los pacientes, que me han dado confianza. Hacer un filme en un lugar como este es complejo, es complicado. Hay que ser muy atento, delicado. Filmamos a personas que están en dificultades, que están sufriendo. Es una cuestión de cómo presentamos el proyecto, cómo dejamos total libertad a cada uno para decir si quiere ser grabado por la cámara o no. Es un juego de confianza donde requiere mucha empatía y mucho tacto.
¿Cómo fue el primer día que estuviste dentro del centro grabando? ¿Cómo recuerdas la primera vez que estuviste ahí?
No grabé el primer día. Primero pasé algunos momentos en el Adamant. Pasé varias veces para explicar un poco mi proyecto, para explicar que era un filme para el cine, que luego sería mostrado en las plataformas, en la televisión, en DVD, etc., para que cada uno pudiera pronunciar su deseo de ser grabado o no con toda libertad.
Creo que el primer día de grabación fui yo quien decidió grabar una reunión. Quizás había 25 personas ahí. Nunca es fácil grabar una reunión. Por definición, nunca se sabe qué va a decir la gente y puedes tener a alguien que habla aquí y a alguien que le responde y que está en el lado opuesto. Para el sonido, para la percha, es muy complicado. Pero también es una forma de conseguir esta visión del colectivo y del grupo en su enteridad. Y así permite dar esa visión también más colectiva.
Lo que se ve en el documental es que las personas hablan de manera muy natural, no se ve en absoluto forzado, ¿cómo lograste esa conexión con ellos?
Yo no grabo nada que me puedan dar. Nunca fuerzo a la gente. Cuando alguien no quiere ser grabado, lo respeto, nunca insisto. De manera que las personas lo saben y lo comprenden y se sienten libres de decirme cosas o no. No llego al rodaje como el que ya sabe lo que tiene que hacer. No es algo que esté predefinido, no hay un discurso predefinido que él está buscando. Es todo lo contrario. Mi punto de vista como cineasta es el de alguien que hace películas para aprender. Mi aproximación es infinitamente más modesta y creo que eso cambia las cosas. ¿Vienes a aprender? Pues te vamos a decir cosas de nosotros, de nuestro mundo, de nuestra visión del mundo, de los problemas psíquicos que nos invaden. Te vamos a explicar.
Luego hay momentos que he visto en la película que parece que surgen de la plena espontaneidad. Por ejemplo, vemos a una mujer bailando muy libre y eso no tiene que estar preparado, ¿cuántas horas habéis pasado como espectadores, mirando en este centro psiquiátrico, hasta conseguir esos momentos mágicos?
Sería totalmente falso imaginar que he pasado horas y horas observando antes de grabar. No es así. No es observar y luego decidir si filmar o no. Las cosas pasan de una manera más espontánea. Vi a esta joven mujer bailando, tomé la cámara y grabé eso. No es tanto un esfuerzo de: 'Voy a observar y luego voy a decidir lo que voy a grabar', sino que voy grabando y las cosas salen. Mi rol no es como un observador externo desde la distancia, paso mucho tiempo con la gente, soy cercano. Muy a menudo comemos al mediodía juntos y en esos momentos yo cuento cosas sobre mí y ellos cuentan cosas sobre ellos.
¿Y hay alguna historia que aún lleves dentro, que se haya quedado contigo?
No hay una en particular, sino que se llevan todas las historias. Si hago películas con la psiquiatría -no sobre la psiquiatría- es porque estoy profundamente conmovido a nivel personal por todas estas personas que tienen dificultades y que se enfrentan a obstáculos grandes, pero que al mismo tiempo son hipersensibles y lúcidas sobre sus propias situaciones. Una película como ésta no busca transmitir un conocimiento sobre la psiquiatría. No busca decirle al espectador que eso es lo que debe saber. Es un filme que busca llevar a los espectadores de la mano hacia un encuentro con estas personas. Y a lo lejos invito a los espectadores a compartir un experimento, a compartir sensaciones.
Ya has terminado la película y has tenido tiempo para reflexionar, ¿cuál es su opinión final sobre la psiquiatría?
No me interesa simplificar. Las cosas son complejas, el ser humano es complejo, la psiquiatría es una cuestión muy complicada. En este filme muestro un lugar que intenta resistir a todo lo que está destruyendo nuestros sistemas de salud, que intenta resistir a lo que está destruyendo, en particular, la psiquiatría pública: el neoliberalismo, el dinero, la economía, las reducciones presupuestarias. El Adamant es un lugar que está resistiendo y que está demostrando que todavía tenemos caminos, todavía hay cosas que podemos hacer si tenemos un poco de imaginación y salimos un poco de lo tradicional.