Algunos directores necesitan práctica y mucho trabajo para alcanzar la perfección en su trabajo. Otros no. Dan el pelotazo con su primera película y, sin saber muy bien como, firman una obra maestra indiscutible. En el segundo grupo se encuentra Duncan Jones, que debutó como director con Moon, un imprescindible de la ciencia ficción con un nivel excepcional que nunca ha vuelto a alcanzar.
Jones ha seguido desarrollando su carrera y ha estrenado Código fuente (2011), Warcraft: el origen (2016) o Mudo (2018), cintas que, lamentablemente, no alcanzan el nivel de su primer trabajo. Afortunadamente, siempre podemos disfrutar de esta genial aventura 'sci-fi' con un Sam Rockwell que borda el papel. Y, aquí va una advertencia, el final es un giro desagradable que puede llegar a doler.
De qué va 'Moon'
En un futuro próximo, Sam Bell (Sam Rockwell) lleva tres años en una misión en la luna. En todo este tiempo, ha estado completamente solo, ejerciendo un monótono trabajo que ha terminado por provocarle estrés e insomnio. El astronauta solo quiere regresar a la Tierra para estar junto a su mujer y su hija, pero antes de poder hacerlo tiene que solucionar otro problema.
De repente, aparece otro habitante en la luna cuya presencia no se puede explicar. Ni siquiera la inteligencia artificial a bordo puede decir qué hace ahí ese otro ser. Es posible que Sam tarde más de lo que pensaba en volver a casa.
Todo lo contrario al cine de ciencia ficción espectacular
En 2009, cuando el cine de ciencia ficción solo era películas con imágenes espectaculares y acción emocionante, llegó Moon. Es una película mucho más tranquila y reflexiva que se centra en la angustia del protagonista y su soledad. Costó 5 millones de dólares y utilizó decorados abandonados de otros proyectos, lo que también empujó al creador a centrarse en la parte más humana.
Moon es una historia dramática y conmovedora de principio a fin, en la que nos solidarizamos con Sam Rockwell y anhelamos un final feliz para él. El actor demuestra un carisma por el que es casi imposible no caer de su lado y de ahí que todo lo que le sucede impacte aún más en el espectador.
"En Moon hay sobre todo ecos de Stanley Kubrick y su 2001, de hecho Jones no los esconde y el filme se presenta, en última instancia, como un bonito hommage a las películas de entonces, aventuras artesanales de retos imposibles para las manos y la imaginación, ejercicios donde los efectos especiales no maquillan la falta de materia crítica", resume Paula Aranzazu en su crítica para SensaCine.