Hace unas semanas Miley Cyrus vivió uno de los momentos más importantes de su carrera artística. Después de años dedicándose de forma profesional a la actuación y a la música y marcándose unos discazos, consiguió hacerse con dos premios Grammy en las categorías de Mejor Actuación en Solitario y Mejor Álbum del Año. Sin embargo, y a pesar de mostrarse eufórica y divertidísima por su victoria, hubo a una persona que no incluyó entre sus agradecimientos: a su padre, el cantante y actor Billy Ray Cyrus, con el que desde hace unos años mantiene una relación complicada y, ahora, parece que inexistente.
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Destiny Hope Cyrus, el nombre real de la cantante, nació fruto del amor entre su padre y su madre, Tish Cyrus, que ya tenía dos hijos de un matrimonio anterior. Lo de los dos fue un flechazo, se conocieron en 1991 cuando él vivía en su coche y estaba a punto de triunfar con su Achy Breaky Heart y apenas un año más tarde, en 1992, nació Miley, a la que apodaron así debido a que estaba siempre sonriendo.
A lo largo de los años a la familia se unieron otros dos miembros y cuando Miley tenía 11 años hizo las audiciones para lo que sería el papel que la lanzase al estrellato internacional: Hannah Montana, la serie de Disney que consiguió que ella y su padre compartiesen protagonismo en pantalla. De entrada, Billy Ray no quería que su hija se dedicase a la industria, ya que él mismo habría sufrido sus azotes con una montaña rusa emocional y de éxitos que había modelado su vida a lo largo de los años. Sin embargo, Tish Cyrus sí que apoyó a su hija en la decisión. Y puede que este fuese el inicio del fin de la familia.
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Así desde luego lo confesó el padre de la estrella a la edición estadounidense de GQ en 2011, cuando él y su esposa iniciaron por primera vez, un proceso que comenzaría en tres ocasiones a lo largo de 10 años hasta que por fin culminó en 2022, su divorio. “Entrar en esta industria es una autopista hacia la oscuridad”, comentó el artista que se atrevió incluso a mencionar las malas artes de Satán en su entrevista. “Siempre ha habido una batalla entre el bien y el mal. Siempre la habrá. Piensas: ‘esta es una oportunidad para entretener, para reunir a las familias...’ y mira en lo que se ha convertido. El programa destruyó a mi familia. Así te lo digo: el maldito programa destruyó a mi familia”.
A medida que los vaivenes del matrimonio iban resquebrajando la familia, Miley Cyrus también se exponía al mundo adulto, comenzando por su salida de Disney, rompiendo con la imagen que estaba obligada a mantener de chica inocente, y terminando con su inolvidable "twerk" junto a Robin Thicke en los VMAs de 2013. Desde entonces, además de ser una persona simplemente icónica, varios supuestos escándalos también fueron influyendo en la relación de esta con su padre: sus idas y venidas con Liam Hemsworth, su novio desde la adolescencia con el que estuvo más de 10 años y se llegó incluso a casar, su bisexualidad, que ya me dirás tú a mí la importancia de esto, o el consumo de marihuana.
Miley Cyrus lo tenía todo para convertirse en un juguete roto más de la industria, pero al final el que se rompió fue su padre, llevándose consigo a la familia, o a parte de ella. Cuando definitivamente en 2022 él y Tish Cyrus se separaron, sus hijos tomaron parte por uno u otro y Miley se quedó del lado de su madre. La guinda del pastel fue la oposición de esta a la relación, y posterior boda, de Billy Ray con su actual esposa, la joven de 30 años con la que se lleva 32, algo que Miley no tolera por una cuestión ética y que se tradujo en un agradecimiento inexistente en el escenario de los Grammy.
