Henry Fairfield Osborn era un genio, y poco se le ha reconocido. El nombre no os sonará de nada, ni está unido de ninguna manera a la historia del cine: se trata del científico que, cuando vio el primer esqueleto parcial de un dinosaurio gigantesco en 1902 en Montana, decidió llamarlo Tyrannosaurus Rex. El rey de los saurios. Poco tardó en salir por primera vez en una película. Fue en 1918, en el corto de stop motion The ghost of Slumber Mountain. Poco imaginaban que, más de cien años después, lo tendríamos hasta en la sopa gracias a la saga Parque Jurásico.
Un, dos, T-Rex
No es que el T-Rex permaneciera olvidado en la historia del cine: desde King Kong hasta En busca del valle encantado, el dinosaurio siempre ha infundido terror. Bueno, casi: tampoco podemos olvidar a Rex, el juguete de Toy Story. Pero, sin duda, el tirannosaurio más reconocible y épico de la historia es el de Parque jurásico. Una pena que le cambiaran por otro para Jurassic World, ¿no?
Vuelve a ver Jurassic World y fíjate bien, porque el dinosaurio es exactamente el mismo. ¿Y cómo lo sabemos? Muy sencillo: aún tiene las cicatrices que le causaron los velocirraptores al atacarle en la película de Steven Spielberg. Normal que esté tan enfadado. También es cierto que este tipo de dinosaurios solo vivían unos 30 años, así que, si la película transcurre dos décadas después, el pobre tiene que estar absolutamente harto de todo ya. Y se nota.
Universal
Todo parece indicar que Jurassic World: Dominion supone el final de esta trilogía, pero ya se ha anunciado una séptima parte que, si tenemos suerte, reiniciará el universo jurásico al completo. Si no tenemos tanta suerte, seguiremos teniendo a Chris Pratt y reuniones con míticos personajes a la vuelta de la esquina que, francamente, a estas alturas ya no aportan demasiado, ¿no? Habrá que esperar paciente y jurásicamente.
