Originalmente, el lector de prueba que se leyó El club de la lucha en Fox antes de su publicación de cara a una posible adaptación cinematográfica dijo que no había manera de abordarla. Incluso los posibles productores comentaron que era absolutamente imposible. Hasta que de alguna manera, después de pasar por las manos de Peter Jackson, Bryan Singer, Danny Boyle y Peter O. Russell antes de que, por fin, llegara a David Fincher. El resto es historia... y eso que, en un principio, el dúo protagonista pudo haber sido el de Russell Crowe y Matt Damon. Imagina qué película hubiera sido esa.
Soy un mar de durdens
Al final los elegidos fueron, como sabemos, Brad Pitt y Edward Norton, que no solo aprendieron distintas técnicas de lucha (casi como si se prepararan para una película de superhéroes), sino que, además, llegaron más allá con sus personajes. Pitt fue al dentista a pedirle que le limara parte de sus dientes delanteros para que no fueran perfectos y dar más realismo a su Tyler Durden. El resultado es absolutamente increíble.
Con ese nivel de atención al detalle, Fincher no se podía quedar atrás, y al inicio de la película puso un guiño que marca el resto de la misma. Es en el minuto 28:28, cuando el personaje de Norton se dirige a un teléfono público para llamar a Durden. Sin embargo, no contesta, cuelga y justo después llama él. Hasta aquí todo bien hasta que nos fijamos en uno de los avisos de dicho teléfono: No se aceptan llamadas entrantes. Solo hay que estar un poco ojo avizor para, entonces, deducir el resto de la película.
Aunque ha adquirido halo de película de culto, en su momento no funcionó demasiado bien en taquilla (ni siquiera recuperó lo que costó si le sumamos márketing), pero en el mundo del DVD sí que fue a las mil maravillas, y acabó haciendo ganar algo de dinero al estudio. Lo suficiente como para que Fincher pudiera seguir trabajando en Hollywood sin mayores presiones. Por suerte.