En México, Dragon Ball es algo más que fanatismo: es pura religión. Y sí, ya sé que estás pensando que en España también, y prácticamente en cada país en el que la serie se estrenó. Pero solo en este país, tras la tristísima muerte de Akira Toriyama (al que seguiremos llorando durante décadas), los ciudadanos se echaron a la calle para homenajearle de la mejor manera posibles: levantando los brazos hacia el cielo como dando el poder a Goku para lanzar su Genkidama definitiva. Y eso que la serie estuvo a punto de causar un desastre burocrático en 2018.
Cuate, aquí no hay tomate
Tras 18 años sin nuevos episodios (si no tenemos en cuenta Dragon Ball Kai), Dragon Ball Super fue recibida como maná en México. Tanto, que, cuando la temporada estaba a punto de terminar, allá por 2018, y como respuesta a la petición de unos chavales, los ayuntamientos del país tuvieron una idea brillante: instalar pantallas en las plazas centrales para disfrutar, todos juntos, del episodio 130, en el que Goku peleaba contra Jiren. Solo había un pequeño problema: no tenían los derechos.
Toei se metió por el medio exigiendo su parte del pastel y la embajada de Japón tuvo que poner orden en todo este asunto. Finalmente, consiguió algo inesperado: que Toei, después de mandar una carta amenazante ("Le pedimos que por favor disfrute de nuestros títulos en las plataformas y emisoras oficiales y no apoye las proyecciones ilegales que incitan a la piratería") autorizara la proyección de ese capítulo en particular.
¿Sabéis cuántas personas se reunieron en Ciudad Juárez en la Plaza de la Mexicanidad el 17 de marzo de 2018 para ver este episodio de Dragon Ball Super? Unas 15.000. Y pensar que la primera vez que se emitió Dragon Ball allí, con el nombre de Zero y el dragón mágico, no le interesó absolutamente a nadie y pasó sin pena ni gloria...