En realidad, Independence day nació gracias a Stargate y las preguntas de un periodista durante la promoción europea que le pidió opinión a Roland Emmerich sobre la existencia de vida alienígena. El director empezó a darle vueltas y decidió que su siguiente proyecto tendría no solo extraterrestres, sino también un ataque gigantesco: normalmente, dijo, los extraterrestres suelen intentar pasar desapercibidos en las películas de invasiones, y él iba a hacer todo lo contrario. Que explote la Casa Blanca. Por todo lo alto.
Woody Alien
En 1996, Independence Day fue un absoluto bombazo (en todos los sentidos): un blockbuster de catástrofes espectacular del que nadie parecía cansarse. Las cadenas de televisión, de hecho, repetían una y otra vez la escena de la Casa Blanca hasta el punto de que se nos grabara a fuego a toda una generación. Recaudó 817 millones, se convirtió en la segunda película más taquillera de la historia (por aquel entonces) y... no comenzó una nueva saga, para sorpresa de todos los que esperaban una secuela. Llegó veinte años después, cuando ya a nadie le importaba Independence day.
Y eso que la cinta no es perfecta, ojo: hay algún que otro gazapo espectacular que solo puede verse si escoges el formato correcto (o incorrecto, según se mire). En el DVD, si escoges la opción "fullscreen", en la escena en la que la doctora Okun va a abrir la cámara, un miembro del equipo, que lleva una camiseta a rayas blancas y negras, aparece escondido debajo, justo a su derecha. Ups.
De poco sirvieron gazapillos como este: la película hizo que Will Smith fuera algo más que El príncipe de Bel-Air e hizo que utilizar efectos especiales por ordenador constantes (hay 3000 planos así) fuera la nueva normalidad. Valoramos poco a Independence day, pero, de una manera u otra, cambió el rumbo de la historia del cine. Y solo necesitó unas cuantas explosiones para ello.