Hay finales que te hacen reír, otros que te hacen llorar, algunos que te dejan sin palabras, y luego están los finales magníficos, porque son todas esas cosas al mismo tiempo. Es el caso de la película El show de Truman, estrenada en 1998 bajo la batuta de Peter Weir y protagonizada por Jim Carrey en el papel principal.
Diseñada a partir de un guion de uno de los guionistas de la película, Andrew Niccol, para la famosa serie Más allá de los límites de la realidad, El show de Truman es la historia de un hombre, Truman Burbank (Carrey), cuya vida ha sido retransmitida en directo desde que nació. Desde sus primeros llantos hasta el día de hoy, Truman ha sido la estrella de su propio reality show, pero lo desconoce por completo: 5.000 cámaras ocultas le graban las 24 horas del día, mientras que su ciudad, Seaheaven, es en realidad un decorado en el que todo es artificial. Incluso el propio sol.
Los productores del programa, capitaneados por Christof (Ed Harris), que es el artífice de todo, controlan absolutamente todo lo que ocurre a su alrededor: Truman solo se relaciona con personas que en realidad son actores y cuyos únicos movimientos están dirigidos a ser estímulos para el protagonista del reality.
Mientras, Truman vive su día a día y ha llegado a la edad adulta completamente convencido de que está viviendo su "vida real". Sin embargo, cuando el programa ya se ha emitido durante 30 años, Truman comienza a darse cuenta de algunos extraños sucesos y comienza a cuestionarse cosas sobre su existencia y el mundo que le rodea, pero cada vez que intenta abandonar Seaheaven hay algo que se le impide. Convencido de que algo anda mal, Truman está dispuesto a resolver lo que está pasando, mientras, fuera de su pequeño universo, las audiencias se están disparando.
Un final magnífico
Al final de la película, Truman acaba subiendo a un barco para escapar de este mundo fabricado que ya no comprende. Pero cuando su barco choca contra una pared pintada que emula el horizonte, se da cuenta de que sus peores temores eran ciertos. Christof interviene antes de que pueda alcanzar la salida para tratar de convencerlo de permanecer en este tranquilizador mundo falso en el que nunca le faltará de nada, pero Truman elige la vida, la vida real, poniendo fin al Show de Truman para siempre.
"Y por si no nos vemos, ¡buenos días, buenas tardes y buenas noches", se despide Truman.
Una secuencia e intercambios conmovedores, en los que Truman acepta por última vez "montar un espectáculo" antes de cerrar la puerta para no volver nunca más a este universo artificial. ¿Qué pasará con él en la vida real? Una pregunta sin respuesta que invita a la libre interpretación de cada espectador. Y un gran momento en el cine.
Con un 94% en Rotten Tomatoes, El show de Truman es considerada la mejor película de Jim Carrey y, sin duda, también es una de las mejores y más conmovedoras interpretaciones de su carrera.
