Pocas afirmaciones hay más categóricas que decir que John McClane es uno de los grandes de la historia del cine. Todos los seguidores de Bruce Willis -y los no tan fans- adoran Jungla de cristal por encima de muchas otras películas de acción y gran parte de su encanto es la interpretación de Willis. Sin embargo, no es el único trabajo del actor que ha pasado a la historia y, como recoge nuestra web hermana FilmStarts, ésta otra cinta también merece su propio reconocimiento.
Hablamos de El último boy scout, filme de acción que vio la luz en 1992 y que más de uno disfruta con total libertad. Si quieres descubrirla o volver a verla, está disponible para alquilar por 3,99€ en YouTube, Apple TV, Rakuten TV y Prime Video.
Los días de Joe Hallenbeck (Willis) como agente del Servicio Secreto quedaron atrás. Su vida personal hace ya tiempo que está sumida en el fracaso, por lo que, después de dejar el departamento, apenas se mantiene a flote como investigador privado. Bebe continuamente y parece destinado a terminar sus días añorando sus momentos de gloria.
Sin embargo, un caso que no esperaba está a punto de cambiar su carrera. Cory, una stripper que trabaja en el bar al que suele acudir, es asesinada mientras se supone que debe protegerla. Junto a su amigo Jimmy, una antigua estrella de fútbol, decide llegar al fondo del asunto. Los dos se adentran en el inframundo de Los Ángeles.
Warner Bros.
Un equipo legendario delante y detrás de la cámara
En el dúo protagonista encontramos a Bruce Willis y a Damon Wayans, quienes forman una pareja con una química espectacular. Ellos logran elevar un 'thriller' de acción que podría haber sido del montón y lo convierten en entretenimiento con mucho carisma. Un ejemplo: cuando Joe Hallenbeck abre quizás el interrogatorio más duro de los años 90 con una serie de frases ingeniosas antes de finalmente darle la vuelta. Por momentos así merece la pena recordar esta película.
La cinta, por lo tanto, ya cuenta con un buen reclamo ante las cámaras, pero lo bueno también está detrás de ellas. El director Tony Scott y el guionista Shane Black están al mando de este largometraje. Scott es uno de los cineastas más destacados de los 80 y 90, principalmente por la estética que implantó -tono áspero y ángulos de cámara inusuales- y su visión del cine de acción.
La labor de Black es igual de fundamental. Hoy es recordado por ser director de las geniales Dos buenos tipos (2016) o The Predator (2018), pero hace décadas era uno de los guionistas más perseguidos del género de acción. Es único mezclando comedia y acción, además de desarrollar historias emocionantes y dar la tensión necesaria en el momento justo.
