Cuando, al principio de los principios, en Warner estaban planeando llevar a la pantalla Harry Potter y la piedra filosofal, decidieron preguntarle a JK Rowling quién podría llevar su mundo mágico a la perfección a la pantalla grande. Ella no dudó ni un segundo: Terry Gilliam, el Monty Python autor de películas como 12 monos o Brazil. En la productora se echaron a temblar pensando en los habituales sobrecostes del director y decidieron ir con un profesional mucho más mercenario: Chris Columbus. Sin embargo, cuando la saga ya estaba más que asentada, decidieron que Gilliam podría dirigir la sexta parte. Su respuesta fue obvia: "Tuvieron su oportunidad y la fastidiaron".
Recuerdos embotellados
Al final, no se comieron mucho más la cabeza: aunque hasta ese momento la saga siempre había contado con un nuevo director en cada entrega (con la excepción de Columbus, que repitió en la secuela), en Warner les gustó el estilo de David Yates y se quedó hasta la octava y última entrega. De hecho, repetiría aún en las tres entregas de Animales fantásticos: de las diez películas que ha dirigido, siete son de Harry Potter.
Eso no significa que no tuviera una inventiva deliciosa, claro. Por ejemplo, a la hora de mostrar los pensaderos en Harry Potter y el misterio del príncipe, el lugar donde Dumbledore acumula los recuerdos de Voldemort y que ayudan a Harry a enfrentarse a él y sus horrocruxes. Es curioso que los guarde en unos envases tan extraños, ¿verdad? Hay un motivo para ello: al inicio de la película, Harry y él se paran delante de un anuncio de colonia... donde el frasco tiene la misma forma que los pensaderos.
Quizá se dejó llevar por el márketing o quizá sea, simplemente, un guiñito divertido para los fans, pero lo cierto es que se agradece que, años después, la saga aún siga dándonos detalles que descubrir en cada visionado. ¡Sorpresus tremendus!