Hay días en los que una se mira al espejo y le dan ganas de preguntarse si pertenece a la misma especie que ciertas personas. Una de esas que consigue que ciertas comparativas sean odiosas es Demi Moore, esa señora que sigue siendo un cañón de mujer a los 61 años al igual que lo era cuando filmó Striptease, Propuesta Indecente o Ghost.
Por supuesto, la intérprete también ha sufrido en muchas ocasiones bajo el dedo acusador de haberse retocado más de lo que está en los estándares heteropatriarcales, como le ha sucedido a Meg Ryan durante muchísimos años. De hecho, la última vez que lo vivió fue cuando se subió a la pasarela en el desfile de alta costura de Fendi de enero de 2021. Era evidente que la actriz se había sometido a algún procedimiento estético, pero el escarnio que sufrió fue de otro nivel.
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No obstante, eso parece que se ha diluido en todos lo sentidos, así que desde entonces Demi Moore ha vuelto a ser ese icono que siempre han reconocido, aunque nunca lo dejara de representar por haber pasado por un quirófano.
Ahora ha decidido seguir disfrutando del mundo de la moda de la mano de Dolce & Gabbana, que el año que viene celebran sus 40 años en la industria, pero ya están organizando eventos y demás saraos como prolegómenos de lo que será 2025. El típico se vienen cositas que tu amiga y tú habláis por WhatsApp antes de salir un sábado, vaya.
Para asistir a la cita, que tuvo lugar en el Palacio Real de Milán, la intérprete decidió llevar un vestido de la casa italiana, por supuesto, de lo más sensual: un diseño de tejido de malla con cientos de cristales y totalmente transparente, lo que hacía que su silueta, y la ropa interior que llevaba, quedasen a la vista, un detalle que es seña de identidad de la marca mediterránea, esa sensualidad que vacila entre lo obvio y la insinuación dependiendo del caso, y que además ha impregnado de forma especial sus últimas colecciones, que parecen gritar eso de "el "look" que me pondría cuando enviudase de mi muy rico marido".
Demi Moore combinó su apuesta con unas sandalias negras con pulsera al tobillo, aunque apenas se veían al ser el vestido hasta el suelo, su ya clásica e icónica, casi tanto como su pelo corto de los 90, larguísima y brillante melena oscura y un maquillaje bastante natural.
Dolce & Gabbana: un amor plagado de polémicas
Me duele decirlo, pero es que aunque quiera odiar a Dolce & Gabbana no me sale. Me gustan muchas de las cosas que hace, ¡no lo puedo evitar! Ese aire mediterráneo, seductor, de todo lo que puede pasar o quedarse en el aire, el descaro, lo artesanal... ¡Lo siento, que me detengan!
Y te preguntarás por qué tengo tantos tapujos al confesarlo o por qué me da reparo. Bueno, pues te lo digo: es que Stefano Gabbana y Domenico Dolce han demostrado ser bastante malas personas a lo largo de los años. No sé si ya se han reformado.
¿Algunas de sus perlitas? Ser homófobos siendo gays. Sí, dijeron que si eras gays tenías prácticamente negado el derecho a ser padre, aunque luego se desdijeron de sus palabras de forma pública. Pero espera, que también fueron un poquito gordófobos con Selena Gomez hace ya bastante tiempo. Bueno, y aunque fueron los encargados de vestir a todas las Kardashians para la boda de Kourtney, también las pusieron a caldo hace unos años.
