Helen Mirren es una de esas mujeres a las que se aspira ser. Su elegancia innata no palidece con los años, sino que aumenta y cada pose en la alfombra roja me hace creer que sí, que hay un mundo en el que hay ciertas reglas, ciertos protocolos, que está bien saltarse. Que no, de verdad que no hace falta que como dice Carolina Herrera a partir de los 40 te cortes la melena y nunca vuelva a sobrepasar los hombres. Qué pereza, de verdad. Y eso que me encanta su trabajo y me parece una señora pues, como la protagonista de este artículo.
La actriz británica, una de las pocas que ha ganado los cuatro grandes galardones del cine por un mismo título, La Reina, el Oscar, el BAFTA, el Globo de Oro y un Premio del Sindicato de Actores, es el reflejo de que se puede envejecer con gracia sin tener que someterse a ciertos procedimientos estéticos, y no hago este comentario porque tenga algo en contra de estos, sino por todo lo que los rodea: una serie de cánones normativos prácticamente inalcanzables que se aplican con especial dureza a la mujer. Y mucho en la industria del "show business", en la que a partir de los 30 se activa la cuenta atrás para ver cuánto tiempo te queda en activo debido a que comienza a notarse que estás viva, básicamente. Que le pregunten a Meg Ryan cuánto le costó todo esto...
Mirren, a pesar de ser una amante confesa de todo lo relacionado con la belleza y cómo realzarla con maquillaje, de hecho lleva siendo bastante tiempo embajadora de L'Oréal, marca de la que también es imagen Andie MacDowell, que nos dio a todas una lección sobre cómo aceptar el paso del tiempo en su última visita al Festival de Cannes. No obstante, el truco favorito de la intérprete para verse bien poco tiene que ver con los productos de la marca francesa, sino que se trata de algo que encuentra en su propia cocina: el aceite de ricino.
Según recoge la revista Vogue India en una entrevista que le hizo hace un par de años a la inglesa, Helen Mirren es una apasionada de usar este líquido en su melena, las cejas e incluso las uñas. Y sí, estoy segura de que alguna vez has escuchado a tu madre o a tu abuela hablar exactamente de lo mismo. "Me encanta el aceite de ricino. Uso un poquito en el pelo, muy, muy poquito. También me lo pongo en las uñas y en la piel. El aceite de ricino es increíble. Utilizarlo de forma comedida en el cabello le da brillo y volumen. También lo aplico en las cejas y pestañas untándomelo hasta que se integra".
No obstante, hubo un truco casero que la actriz probó siendo joven y terminó detestando. Al parecer intentó darle un tono un poco más bronceado a sus piernas con salsa gravy, una receta típica de Reino Unido hecha a partir de extractos procedentes de los jugos de cocción de carnes y verduras. Sí, ya de entrada no sonaba nada bien. “Quería conseguir un moreno natural, pero claro, no funcionó. Fue una idea pésima entonces y lo sigue siendo a día de hoy".
