Tras el batacazo comercial que supuso Beau tiene miedo (2023) -una producción en la que se puso 35 millones de dólares sobre la mesa al cineasta Ari Aster, para hacer lo que quisiese- A24 tenía claro que tenía que bajar el acelerador y optar por obras más sencillas, sin renunciar a su apuesta por talentos emergentes y propuestas excitantes. Y, parece, que lo ha encontrado en la directora Rose Glass y su segunda obra: Sangre en los labios. La realizadora, que tuvo un debut brillante con Saint Maud (2019), es una de las autoras más prometedoras del panorama de género junto a Emerald Fennell (Saltburn) y Ana Lily Amirpour (Mona Lisa y la luna de sangre).
Glass, coautora del guión junto a Weronika Tofilska, utiliza elementos de obras como El cartero siempre llama dos veces (1981) y, por supuesto, Thelma y Louise (1991), pero se arriesga a dar grandes saltos hacia lo fantástico, en los que la rabia o el éxtasis de la protagonista (encarnada por una mastodóntica Katy O’Brian) desencadenan poderes que de otro modo estarían ocultos. Todo ello motivado por el consumo de esteroides y por pasión descontrolada que siente por el personaje la Lou (a la que da vida Kristen Stewart). La película no se preocupa por precisar las causas fisiológicas, sólo los efectos: tanto del amor como de las drogas.
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Stewart interpreta a la ruda Lou, encargada de un asqueroso gimnasio de carretera en el pueblo de mala muerte en el que creció. Para hacernos una idea de cómo es el personaje, Lou aparece por primera vez en escena mientras desatasca un retrete con sus propias manos. El centro es propiedad de su padre (encarnado por un enjuto Ed Harris), que, además, posee un popular campo de tiro y es el jefe del crimen local. La vida de esta perdedora, se anima cuando Jackie (O'Brian), una autoestopista sin dinero, llega a la ciudad de camino a cumplir su sueño: ganar un concurso de culturismo en Las Vegas. Entre ellas comenzará una relación lésbica cargada de momentos de lo más problemático y rodeadas, a su vez, de personajes aún más tóxicos (como por ejemplo, la maltratada hermana de Lou, Beth).
“Una película dispuesta a todo para dejarte boquiabierto”: así es ‘Sangre en los labios’, la nueva locura de Kristen StewartSangre en los labios es un romance ‘neo-noir’, una road movie desenfrenada y, por momentos, una obra de horror corporal surrealista que rinde homenaje tanto a David Cronenberg como a David Lynch. Los eróticos primeros planos de las venas de Jackie y sus músculos engrasados hacen referencia incluso a las transformaciones de Jennifer Walters en la serie She-Hulk: Abogada Hulka . Pero, el resultado de toda esta mezcla no da como resultado un pastiche hueco de género. Al contrario, esta película es algo propio: una cinta romántica orgullosamente ‘queer’, desquiciada por momentos, y que hace gala de una seguridad en sí misma digna de sus anti-heroínas -y quizá tóxicas- protagonistas.
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La directora Rose Glass toma aquí una dirección estilística completamente distinta a su anterior obra, aunque ambas películas comparten la fascinación por la autotransformación femenina. Sangre en los labios está repleta de secuencias de fantasía, montajes de entrenamiento que se suceden a la perfección con escenas de sexo subidas de tono. Además, no escatima en descripciones gráficas de violencia, abusos y excesos corporales. A muchos les parecerá gratuito, pero da cuerpo a un mundo desagradable y aumenta la tensión de una trama, que podría parecer simple a primera vista.
Por encima de todo, y por razones que son difíciles de describir sin hacer ningún tipo de ‘spoilers’, cuando salí de ver Sangre en los labios me pregunté qué género tocará Rose Glass a continuación. Estoy deseoso de sumergirme en él.
