Hubo una época en la que el nombre Orlando Bloom no nos sonaba a nada. Aún estaban lejos películas como Piratas del Caribe o Gran Turismo: en 2001, era solo un chaval de 24 años que apenas había salido en alguna serie británica. Sin embargo, tuvo la audacia de presentarse al casting de El señor de los anillos en el papel de Faramir, que no sale hasta Las dos torres. Cuando Peter Jackson le vio, lo tuvo claro: era el mismísimo elfo Legolas.
Elfo-K
En 2002, y de repente, Orlando Bloom fue elegido una de las personas más populares por debajo de 25 años. Y eso que un año antes no era absolutamente nadie: así funciona Hollywood, al fin y al cabo. De hecho, durante la primera mitad del nuevo milenio, Bloom parecía que lo iba a ser todo. Y, aunque su estela se ha apagado un poco a lo largo de los años, sigue siendo una presencia agradecida y sorprendente en la pantalla.
Eso sí, en El señor de los anillos cometieron un fallo con él que, sorprendentemente, pocas veces sale a la luz... Y tiene que ver con sus ojos. Todos sabemos que los ojos de Legolas son azules, sí, pero en algunas escenas cambia al color natural del autor (marrón). No, no es un poder mágico, sino simplemente una manera que tuvo el equipo de ayudar a Orlando Bloom a no dañarse los ojos, que es lo que pasaría si usase las lentillas todo el rato.
Hoy por hoy, a Bloom no le vemos tanto porque está centrado en su familia (sigue casado con la actriz Katy Perry, con la que tiene una hija) y no tiene pinta de que vuelva a primera plana... a no ser, claro, que cierto pirata tenga a buenas volver a la acción. Guiño, guiño.