Dos de los tándems creativos más efectivos de la factoría Disney y un presupuesto de nada más y nada menos que 140 millones de euros no fueron suficiente para evitar que, en el año 2002, una ambiciosa película de aventuras y ciencia ficción que parecía tener todo a su favor para ser una de las grandes cintas del estudio se acabase convirtiendo en uno de los fracasos más sonados de su historia.
Veinte años después de su estreno sabemos que El planeta del tesoro no está entre los grandes hitos de Disney, sino que -a pesar de su condición de película de culto- lamentablemente es uno de sus grandes pinchazos, pero entonces John Musker y Ron Clements, quienes tenían a sus espaldas algunas de las más exitosas y mejores películas del estudio como La Sirenita, Aladdin o Hércules, apostaban absolutamente por este proyecto, con el que querían brindar una película diferente y transgresora.
No podemos decir que no lo consiguieran, puesto que el resultado de la película sigue siendo elogiado y El planeta del tesoro se considera una de las películas más injustamente menospreciadas de Disney, pero sacarla adelante requirió de una enorme cantidad de dinero que luego no fue recuperado en taquilla, puesto que la película perdió estrepitosamente frente a las películas con las que compartió cartel en su estreno en una de las fechas clave para la compañía: Acción de gracias.
Adaptación en clave de ciencia ficción de la famosa obra de Robert Louis Stevenson La isla del tesoro en la que Jim, un adolescente que siente absoluta devoción por las historias del Capitán Flint, tiene la oportunidad de vivir la aventura con la que ha soñado desde que era un niño cuando un extraño se presenta en la posada de su madre con un mapa del tesoro. Es el punto de partida para que Jim, con el objetivo de encontrar el fabuloso "Botín de los Mil Mundos", se embarca como grumete a bordo del RLS Legacy, un galeón intergaláctico en el que conoce a un cyborg que trabaja como cocinero en el navío y que responde al nombre de John Silver.
El planeta del tesoro empleó una novedosa técnica consistente en animación tradicional 2D dibujada a mano sobre animación por computadora 3D y su presupuesto de 140 millones de dólares la convirtió en la película de animación tradicional más cara hasta la fecha, un título que ninguna otra ha conseguido arrebatarle en 20 años y probablemente ya no ocurra.
Curiosamente, que Musker y Clemmets consiguieran innovar con la película, fue fruto de dos rechazos previos a su idea, puesto que la idea de El planeta del tesoro ya había sido planteada sin éxito al estudio en el momento en que plantearon la exitosa La Sirenita. Tras dos intentos y dos rechazos más, los creadores contaron con el apoyo por fin en 1995, aunque antes tuvieron que sacar adelante Hércules, y posteriormente necesitaron más de 4 años para la producción de la película.
Qué ver en Disney+: una de las películas más infravaloradas de Disney reimagina una obra de aventuras imprescindible desde la ciencia ficciónUn despliegue absoluto de creatividad en el que acabaron trabajando más de 1000 personas que, a su llegada a las salas de cine, no solo no fue un éxito, sino que se vio desplazada a un pobre cuarto lugar. Cuando El planeta del tesoro llegó a las salas de cine, no hacía ni dos semanas del estreno de Harry Potter y la cámara secreta, la segunda parte de la saga Harry Potter que ya gozaba de un gran éxito tras la condición de fenómeno de la primera. La película sobre el mago creado por J.K. Rowling compartía una buena parte de su target con El planeta del tesoro, lo que la convertía en su más seria contrincante, y lo cierto es que ganó por goleada.
De igual modo, El planeta del tesoro también se vio afectada por la nueva película de James Bond, Muere otro día, y por la segunda parte de una exitosa película de Navidad, Santa Claus 2, protagonizada por Tim Allen.
Finalmente, su recaudación de 109,6 millones de dólares se quedó muy lejos de recuperar el enorme y ambicioso presupuesto con el que había contado, así que no solo no fue un gran éxito para Disney, sino que se convirtió en un doloroso y sonado fracaso de la compañía. Un estigma triste para una película que, definitivamente, es de lo mejorcito de Disney en una de sus etapas más débiles.
