Ya no me acuerdo de la última vez que vi un beso de verdad en el cine. Por lo general, los protagonistas juntan labios, se agarran las cabezas con mucha fuerza y las mueven de un lado a otro intentando, sin éxito, insuflar algo de pasión al momento. Es decepcionante. Es explotar la burbuja que se ha ido construyendo para envolver la relación de los protagonistas. Te expulsa de esa magia envolvente que es meterse de lleno en una película. Es entonces cuando, desencantada, recuerdas que todo es mentira, que lo que estás viendo es solo eso: una película. Quizá por eso Rivales, lo nuevo de Luca Guadagnino, se siente tan provocativa: el trío protagonista, cuando se besa, se besa de verdad.
Tras Call Me By Your Name (2017), Suspiria (2018) y Hasta los huesos (2022), Guadagnino ha reclutado a Zendaya, Josh O'Connor y Mike Faist para este drama romántico que, más que un triángulo amoroso, es un relato sobre cómo buscamos en los demás, de forma egoísta, lo que nos falta a nosotros. Rivales sigue a Patrick Zweig (O’Connor) y a Art Donaldson (Faist), dos tenistas y amigos inseparables. En un campeonato conocen a Tashi Duncan (Zendaya), una de las grandes promesas del tenis. A partir de ese momento, la vida de los tres quedará conectada para siempre.
'Rivales', la nueva película de Luca Guadagnino con Zendaya, Mike Faist y Josh O’Connor, a por el 'match point' en su estreno en cinesEn sus primeros minutos, Guadagnino sienta precedente de todo lo que está por venir con una metáfora que se mantiene a lo largo de la película: ¿Hablamos de tenis o de relaciones? Rivales abre con Patrick y Mike enfrentados en un partido de tenis. Entre el público, en primera fila, justo en la mitad, a la altura de la red, está Tashi. Han pasado muchas cosas desde que el trío de protagonistas se conoce hasta que llegan a ese punto en sus vidas y Guadagnino usa ese partido para revelar cada evento canónico de sus relaciones. No solo la de Tashi con Patrick y Mike, también la de los dos amigos separados por el tiempo y una mujer.
Rivales no es el típico triángulo amoroso, ya hemos avisado. El vértice que conecta todo es Zendaya, sí, pero Guadagnino juega también un poco al despiste con Patrick y Mike. A ratos, la película es una historia de amor. A otros, una de amistad -o, quizá, de lo que parece algo más-. También, claro está, es un filme de deportes. Lo que Rivales es ante todo es una historia sobre tres personas en simbiosis: aprovechándose de lo que tiene el otro para poder conseguir lo que más desean y no pueden alcanzar. Es su egoísmo, disfrazado de sacrificio, lo que hace que los personajes avancen. Se necesitan los tres para encontrar algo de emoción y consuelo en sus vidas, que tan solo roza un poco a la que se imaginaron cuando no eran más que unos veinteañeros.
A nivel visual, un partido de tenis en Rivales es una gominola en manos de Guadagnino, pero se pasa de frenada en algunos momentos. La combinación musical con los movimientos de cámara funciona muy bien, pero el director marea cuando convierte al espectador en la pelota que pasa de una raqueta a otra.
Igual que los besos de Rivales son revolucionarios por lo escasos que son en el cine, también lo es su final. Es redondo. Guadagnino exprime todo lo que ha ido plantando a lo largo del filme para que el broche de oro sea coherente y satisfactorio para sus tres protagonistas de una forma tremendamente bella. Toda la tensión acumulada en ese partido entre Patrick y Mike con Tashi de espectadora se suelta como un grito. Ya está. Se acabó. No necesitamos más. El poso que deja Rivales es que pasión y tensión se reparten a partes iguales. Finalizar así en una época en la que todas las películas son una intentona de convertirse en una saga/franquicia es lo más sexy que verás en una pantalla de cine.
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