A pesar de sus inolvidables secuencias de batalla, su impecable elenco y su increíble banda sonora, Gladiator, de Ridley Scott, también tiene, si lo miras de cerca y te tomas el tiempo de estudiarlo cuidadosamente, algunos pequeños errores. Ya sabemos que nadie es perfecto y, si ni siquiera el legendario Máximo de Russell Crowe puede serlo, ¿quiénes somos nosotros para querer lo imposible?
Gladiator es una superproducción a gran escala y, a pesar del nivel de cuidado con el que suelen trabajar en Hollywood, es imposible controlar cada uno de los detalles que componen la película. En este título en concreto hay que tener en cuenta que hay una legión de extras y los riesgos de cometer un error garrafal son proporcionales a la colosal cantidad de efectos visuales.
Aunque son muy difíciles de apreciar al ver el largometraje a una velocidad normal, hay algunos detalles que pueden sacarte de la historia si te los encuentras por casualidad. Por ejemplo, si paras la película a la hora, 26 minutos y 24 segundos encontrarás un detalle muy curioso.
El detalle del tanque
Durante la memorable escena de los compañeros de Máximo y los bárbaros de Cartago que tiene lugar en la arena del Coliseo se puede apreciar las zapatillas -modernas, claramente no pertenecen al Imperio Romano- de un técnico. Puedes verlas en esta imagen rodeadas por un círculo amarillo.
No es el único gazapo que se les coló en el montaje. Solo 12 segundos después (1 hora, 26 minutos y 36 segundos) aparece en escena otro tanque que vuelca tras ser golpeado. Se levanta una sábana negra en el coche y deja al descubierto una bombona de gas. Imposible dejar de verlo una vez que te has dado cuenta de ello.
A pesar de estos dos pequeños errores, Gladiator es una película magnífica y todos esos pequeños anacronismos no le quitan ni un ápice de epicidad. Si tienes curiosidad por ver la película, debes saber que está disponible en Netflix.