Han pasado 28 años desde que David Fincher se quitó la espinita de la mala acogida de su ópera prima, Alien 3, estrenando uno de los mejores 'thrillers' la historia, pero Se7en es una de esas películas por las que parece no pasar el tiempo. Casi tres décadas después, el psicópata interpretado por Kevin Spacey que elegía a sus víctimas para hacerles pegar por sus pecados sigue siendo uno de los asesinos en serie más recordados de la historia del cine y el filme se convirtió en una gran influencia para otras excelentes películas del género que vendrían después.
En Seven Brad Pitt y Morgan Freeman encarnaban a los detectives Mills y Somerset respectivamente, dos agentes de homicidios en distintos puntos de su carrera, intentaban dar caza a un asesino en serie que elegía a sus víctimas en base a los conocidos como los "Siete pecados capitales". Su primera víctima, correspondiente al pecado de la gula, había sido un hombre con obesidad al que había forzado a comer hasta la muerte, y la que seguirían el resto de pecados: avaricia, pereza, lujuria, soberbia, envidia y, por último, ira.
Aunque algunas de las violentas escenas del crimen que presenta la película siguen presentes en nuestras retinas tres décadas después, es sin duda el final de Seven lo que nos dejaría una escena para el recuerdo. De hecho, Seven es a menudo citada como una de las películas con uno de los mejores finales de la historia. De esos impactantes que absolutamente nadie se vio venir. Por ello, no deja de ser curioso que, a pesar de su condición de mítica, la ultima parte de la película estuvo a punto de ser diferente.
Antes de nada, una advertencia: si no has visto Se7en y quieres disfrutar de una de las películas más magníficas de los 90, es mejor que dejes de leer ahora.
Al final de la película y en un giro inesperado de los acontecimientos, descubrimos que el asesino interpretado por Spacey había preparado terminar su "obra criminal" convirtiéndose en la última víctima. El encargado de matarlo tendría que ser Mills, apoderado del pecado de la Ira, que él mismo se había encargado de provocar mediante el asesinato de su esposa. Ya detenido y tras conducir los detectives hasta un descampado, el asesino revelaba su maquiavélico plan a través de una misteriosa caja que había encargado entregar allí. En su interior, la cabeza de Tracy, interpretada por Gwyneth Paltrow.
Aunque la idea de la caja ya estaba en el guion original, se plantearon finales menos oscuros para la película, pero finalmente triunfó el adecuado. En una de las opciones valoradas estaba la posibilidad de mostrar la cabeza de Tracy, cosa que finalmente no hicieron, permitiendo que fuesen los espectadores los que entendiesen de lo que se trataba y otorgándole aún más dramatismo.
Dado que era uno de las posibilidades, el equipo creó la réplica de la cabeza de Gwyneth Paltrow, aunque luego no la usaron.
Sin embargo, 16 años después finalmente podríamos verla en una película completamente diferente: la película de 2011 Contagio dirigida por Steven Soderbergh. Una curiosa anécdota que conocíamos desde hace tiempo, pero que recientemente compartía en su cuenta de TikTok redrumcine el tiktoker Javi G. Godoy.
La película de Soderbergh, que relata cómo el mundo se ve asolado por la rápida propagación de un virus que acaba con la vida de las personas rápidamente, también cuenta con Paltrow entre sus filas. La ganadora del Oscar por Shakespeare in Love (Shakespeare enamorado) interpreta en ella a Beth Emhoff, una madre trabajadora que vive en Minneapolis con su marido Mitch (Matt Damon) y su hija Jory (Anna Jacoby-Heron) y que muere al principio del filme a su regreso de un viaje de negocios.
El cadáver de Beth sirve a los profesionales médicos para entender detalles de cómo funciona el virus y a lo que se enfrentan, pero, para la escena en la que se le realiza la autopsia, no utilizaron a Paltrow, sino la cabeza que 16 años antes se había recreado para Se7en.
En cualquier caso, Gwyneth Paltrow, pese a ser la paciente cero de la película, pasó más de 40 minutos inmóvil para la película, tal y como contaría Soderbergh a The Hollywood Reporter en 2011: "Gwyneth es una soldado. Creo que tenía la sensación de que de alguna manera esto iba a ser una especie de imagen icónica extraña".
