De todos es conocido, a estas alturas que "Indiana" era el nombre del perro de George Lucas. De hecho, Indiana es posible que sea el perro más importante de la historia del cine, porque su aspecto (era un Malamute de Alaska) inspiró también a Chewbacca. Dos mitos por uno. Lo que es menos conocido es que en Indiana Jones y el templo maldito repitieron la jugada, pero con Willie (el perro de Spielberg) y Tapón (el de Willard Huyck y Gloria Katz, guionistas). Una perrada en toda regla.
Gracias, profe
Menos conocido es que originalmente el personaje se apellidaba "Smith", y solo se cambió porque Spielberg odiaba el apellido. Lucas, siempre atento a una oportunidad, le preguntó qué le parecería cambiarlo por Jones. Y así es como nació un personaje que el Rey Midas de Hollywood aceptó adaptar después de que le rechazaran su propia película de James Bond. ¿Pedirá Indy el Martini mezclado, no agitado? Quién sabe.
Lo que sí sabemos es que Harrison Ford también quiso hacer un homenaje a alguien muy importante de su infancia. Y no, no es su perro, sino su profesor de filosofía en la universidad William Earl Tyree. Al inicio de Indiana Jones y la última cruzada, el protagonista dice a sus alumnos "La arqueología busca el hecho, no la verdad. Si es la verdad lo que les interesa, el doctor Tyree da filosofía en la clase del fondo". Genio y figura.
Antes de que os lo preguntéis: sí, efectivamente, Harrison Ford está titulado en Filosofía, y solo al final de sus cuatro años empezó a interesarse en la actuación. La jugada le salió perfectamente, como todos sabemos: no todos los actores pueden presumir de ser Han Solo, Indiana Jones y Rick Deckard. Y solo uno de ellos era originalmente un perro. Ni tan mal.