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    "¿Quieres que lo matemos por ti?": esta obra maestra del cine de aventuras fue tan problemática que amenazaron con asesinar al actor principal
    Alicia P. Ferreirós
    Amante de las series y gran aficionada al terror, la ciencia ficción, la crónica negra y el ‘true crime’.

    Es considerada como una de las producciones más problemáticas y complejas de la historia del cine

    Director, documentalista, guionista, productor, escritor, y también actor ocasional, el polifacético Werner Herzog es sin duda uno de los nombres más importantes del cine alemán, pero también de la industria cinematográfica en su totalidad. El cineasta lleva seis décadas dedicándose a la industria cinematográfica, en las que ha realizado dramas, 'thrillers', terror e impactantes documentales como Grizzly Man, y a sus 81 años sigue en activo.

    Una vez nominado al Oscar por su documental Encuentros en el fin del mundo, algunos de los títulos de ficción más famosos del cineasta alemán son Aguirre, la cólera de Dios, Nosferatu, el vampiro de la noche o Fitzcarraldo, aunque él siempre ha asegurado, y de ello es prueba el realismo con el que siempre ha rodado sus trabajos, que no existen demasiadas distinciones entre sus películas de ficción y sus documentales.

    Sin ir más lejos, la obra maestra de aventuras Fitzcarraldo es un ejemplo perfecto, rodada íntegramente en la Amazonia -Perú y Brasil- y considerada como una de las producciones más problemáticas y complejas de la historia del cine. A lo largo del rodaje de la película se produjeron diversos incidentes que dejaron heridos y también se produjeron diversos conflictos en el set, especialmente los protagonizados por el propio cineasta y su actor protagonista, Klaus Kinski, quien trabajó hasta en cinco ocasiones con Herzog a pesar de que existía una relación super tóxica entre ellos.

    Fitzcarraldo
    Fitzcarraldo
    Fecha de estreno 8 de octubre de 1982 | 2h 38min
    Dirigida por Werner Herzog
    Con Klaus Kinski, Claudia Cardinale, José Lewgoy
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    3,1

    América del Sur a principios del siglo XX: Brian Sweeney Fitzgerald (Klaus Kinski) es un excéntrico irlandés y apasionado aficionado a la ópera cuya nueva ambición es una locura: construir un teatro de ópera en la selva amazónica. Para conseguirlo comienza a buscar financiación, aunque nadie está conforme con dejarle dinero, así que, con el apoyo y consejo de su novia Molly (Claudia Cardinale), adquiere tierras aparentemente sin valor y prácticamente inaccesibles, pero en las que hay árboles de caucho que podrían ser explotados industrialmente. Sin embargo, para hacer esto, Brian primero tiene que al lugar, para lo que compra un viejo barco de vapor que los nativos tienen que remolcar sobre una montaña usando la fuerza de sus propios músculos.

    Una aventura completamente absurda pero monumental que se inspiraba en las aventuras del empresario del caucho peruano Carlos Fermín Fitzcarrald, aunque Herzog se tomó todo tipo de libertades artísticas.

    En la película de Herzog el barco de Fitzgerald , que pesa varias toneladas, es remolcado a través de la jungla en una sola pieza pese a pesar varias toneladas, pero, para conseguir un mayor realismo, el director quiso que fuese su propio equipo quienes lo hicieran: un paso esencial tanto para el poder de las imágenes como para capturar el cansancio y la locura en los rostros de los personajes. Varias personas resultaron heridas durante el proceso.

    Sin embargo, a pesar de lo inusual del rodaje, a menudo lo más recordado sobre la producción de la película de aventuras es la relación que mantuvo con su protagonista, que en un principio ni siquiera iba a ser Klaus Kinski, sino Jason Robards, quien cayó enfermo a las seis semanas de rodaje y tuvo que ser reemplazado. La entrada en juego de Kinski aumentó tanto la intensidad como la pasión de la película, pero también la locura.

    La enemistad más dura de la historia del cine casi acaba con un tiroteo y un director incendiando la casa de su actor

    Kinski y Herzog ya tenían entre sí una relación establecida, artísticamente muy fructífera, pero también muy tensa. Y el rodaje en la jungla en condiciones poco cómodas solo podía hacer que la cosa estallase rápidamente. Los arrebatos de ira de Klaus Kinski durante el rodaje de Fitzcarraldo son parte de la cultura pop alemana, pero también de la historia del cine. Lo que ocurrió allí fue documentado en un documental de Les Blank, Burden of Dreams, pero también por el propio Herzog, quien casi dos décadas después, en 1999, haría un documental sobre su extraña relación con Kinski llamado My Best Friend.

    “Hacia el final del rodaje, los indios se ofrecieron a matar a Kinski por mí", contaría Herzog en el documental sobre la propuesta que le hizo un extra que también era un líder tribal local.

    Dijeron: '¿Lo matamos por ti?' Y yo dije: '¡No, por el amor de Dios! Todavía lo necesito para rodar. Déjamelo a mí'. Lo rechacé en ese momento, pero hablaban muy en serio. Lo habrían matado, sin duda, si yo lo hubiera querido

    Toda aquella tensión y el comportamiento de Kinski, fue utilizado por Herzog en favor de la película, que ofrece una actuación cautivadora, compleja y conmovedora por parte del actor y en la que las imágenes pesan mil veces más que las palabras.

    Y Fitzcarraldo no fue la única en la que lo hizo. En My Best Fiend, Herzog también cuenta, sin que sepamos realmente cuánto es real, cómo Kinski amenazó con dejar a Aguirre antes de que estuviera terminada y que él mismo amenazó con dispararle y también confesó haber conspirado bombardear la casa del actor con él dentro. Al mismo tiempo, el director también confesó que ambos habían estirado un poco el chicle para darle a los espectadores lo que querían oír. "A cada cana de mi cabeza la llamo Kinski”, aseguró Herzog, aún así, así que solo nos queda especular hasta qué punto su fricción era ilusoria.

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