Hay algo global en el deporte. Vayas al país al que vayas, siempre descubrirás que sus habitantes están unidos por una competición. Generalizando, en España y muchos países de Europa el fútbol es el rey, pero en Estados Unidos se desviven por el baloncesto. Boxeo, tenis, fútbol americano o el críquet son otros que dominan la pantalla. Por eso no es nada raro que tenga su propio género en el cine.
Alejandro G. Calvo ha decidido sumergirse en la difícil tarea de ordenar las 10 mejores películas de deportes. Para ello, ha seguido algunas reglas: la primera, solo se han considerado aquellas en las que el deporte en sí es un personaje propio de la película -fuera Diamantes en bruto, por ejemplo-; la segunda, no se han tenido en cuenta documentales porque son lo suficientemente importantes como para tener un top propio. En el repaso, ha descubierto que el boxeo es el deporte, de largo, más cinematográfico -"así que he hecho una pequeña trampa"-.
Dicho esto, aquí va el Top 10 de películas de deporte de Alejandro G. Calvo.
Las mejores películas de Nicolas Cage: top 10 del actor que hizo un género sobre sí mismo10. Rivales (2024)
Tenis. Rivales es una historia de amor fou a tres bandas golpeada con el paso de los años dejando claro que las heridas del amor nunca sanan sino gangrenan. Luca Guadagnino vuelca todo su libidinoso saber hacer a la hora de congeniar música e imágenes, partidos de tenis donde se gime más que en el sexo y polvos fugaces donde se pelotea con rabia como si se despreciara al amante imposibles. Lo que consigue es pura pasión, más cinematográfica que romántica.
9. Cuestión de pelotas (2004)
Balón prisionero. Uno de los hits incuestionables de la Nueva Comedia Americana, esa que cruzaba violencia y escatología en un continuo de gags a cual más desternillante. Y es que las sport movies suelen tirar hacia la épica de lo dramático, pero cuando se ponen divertidas, son irresistibles. Cuestión de pelotas hace del bochorno chiste álgido y del balonazo en los huevos running-gag convirtiendo la vergüenza ajena en despiporre comunal, como cada vez que entra en pantalla esa bestia del humor que es Ben Stiller.
8. Un domingo cualquiera (1999)
Fútbol americano. La última gran película de Oliver Stone, cuando aún poseía el nervio eléctrico de combinar imágenes gigantescas montadas en batidora para provocar el desbarre emocional del espectador. Un domingo cualquiera es una temporada cualquiera del equipo de fútbol americano de los Miami Sharks, con su estrella principal lesionada, su 'rookie' envalentonado haciéndose cargo del ataque del equipo, su entrenador desquiciándose ante las pérdidas de los partidos y su dueña del equipo deseosa de vender la franquicia a Los Angeles. La película de Stone sigue buena parte de los tópicos de las sports movies pero amplía su espectro a todo el contingente del deporte norteamericano.
7. El ingenuo salvaje (1963)
Rugby. En El ingenuo salvaje, Frank Machin, como en el fondo lo son todos los protagonistas del free cinema británico, es un joven cabreado. Juega al rugby para liberar su rabia y también para ganar algunas libras con las que impresionar a su casera. El mejor cine social, de hecho, que se ha hecho en Inglaterra fue en los años sesenta. Poco importa que cueste empatizar con el comportamiento errático de Frank, porque en el fondo todos hemos sido jóvenes y a todos nos ha costado conseguir algo de dinero, enamorar a la chica que nos tiene robado el corazón y llegar a la última yarda.
6. Una mala jugada (1998)
Baloncesto. Jake, que cumple condena por el homicidio involuntario de su mujer, recibe siete días de libertad vigilada para convencer a su hijo de que vaya a a la universidad que el gobernador y alcaide exigen. Spike Lee consigue una doble película sensacional: la del deportista que debe luchar por alcanzar su sueño y el inclemente retrato del gueto en el que este vive. Hay muy buenas películas sobre basket, pero ninguna como Una mala jugada. Lee, fiel seguidor de los Knicks, alecciona por partida doble: vigilad vuestros culos y no os fiéis ni de vuestro propio padre.
5. Foxcatcher (2014)
Lucha libre (olímpica). Basada en la historia real de los hermanos David y Mark Schultz, que fueron reclutados en los 80 por el multimillonario John Eleutère du Pont para convertirse en atletas. Bennet Miller, que ya había hecho una gran sport movie como es Moneyball (2011), también basada en una historia real, esta vez centrado en los despachos de un equipo de baseball, arriesga con el sesgo autoral en Foxcatcher y le sale una película tremenda. Una pena que no disfrutara del favor del público. Diez años lleva ya sin dirigir nada.
4. El luchador (2008)
Wrestling, el de las ligas menores donde el esperpento y la sangre tienen mucha mayor presencia para algarabía del respetable. Esas son las cartas con las que le ha tocado jugar la vida a Randy “The Ram” Robinson -el canto del cisne de Mickey Rourke-, una ex estrella del ring que arrastra sus músculos inflados a hormonas por combates de mala muerte donde igual se corta con cuchillas que le inflan a grapas del cuerpo. No hay compasión en el cine de Aronofsky pero sí empatía absoluta. En El luchador volcada en el cuerpo magullado de Mickey Rourke donde el actor casi se transmuta en el personaje, la gran estrella del Hollywood de los 80, que en su otoño vital anda tan irreconocible como olvidado en los aledaños del ring de la propia existencia.
3. Speed Racer (2008)
Carreras de coches. La película de las Wachowski, que venían arrasar con el fenómeno Matrix (1999) y secuelas fue un descalabro tanto de crítica como en taquilla. Recibió un rechazo tan categórico que he encontrado necesario, casi como principio vital, reivindicar el absoluto despiporre que es enfrentarse a la centrifugadora de imágenes imposibles que nos ofrece Speed Racer. Fue el fin de la carrera, nunca mejor dicho, de las Wachowski, porque aunque han seguido haciendo películas nunca han dejado de machacarlas.
2. Triple empate: Fat City (1972), Rocky (1976) y Million Dollar Baby (2004)
Boxeo. Es trampa, pero, o lo hacía así o el boxeo se comía el top. No podía dejar fuera ninguna de estas tres obras clave de la historia del cine. Tres ejemplos de clasicismo cinematográfico mayúsculo. Dos en los años setenta, las de John Huston y John G. Avildsen, y uno en el nuevo siglo, Clint Eastwood. Todos ellos son retratos de perdedores, de los que reciben tantos puñetazos en el ring como en la vida. No os voy a engañar, tanto Fat City como Million Dollar Baby son películas demoledoras, tristísimas, de las de escupir dientes y tragar sangre. Rocky es distinta porque en su derrota hay espacio para la esperanza. En todo caso, tres películas increíbles, maravillosas, imbatibles. Bueno, imbatibles no, que aún hay una peli de boxeo mejor.
1. Toro salvaje (1980)
Boxeo. Biopic cinematográfico de Jake La Motta, el toro salvaje del Bronx, de la mano de Paul Schrader (guion), Robert De Niro (actor) y Martin Scorsese (director). Scorsese da lo mejor de sí mismo en cada combate, retratando cada pelea con una puesta en escena distinta, del realismo crudo a la abstracción prácticamente metafísica. La interpretación de De Niro es escalofriante, histórica. Recordad cuando toca fondo y la emprende a puñetazos contra la pared de la celda donde ha ido a parar. Su secuencia final es pura historia del cine. Toro salvaje pertenece al altar de las grandes obras maestras.