Robin Hood: Príncipe de los ladrones, con la estrella de Yellowstone Kevin Costner como personaje principal, fue una de las películas más exitosas de la década de 1990. Sólo en España se vendieron casi 3 millones de entradas para el que hoy es uno de los mayores clásicos de aventuras de todos los tiempos.
Cuenta la leyenda mundialmente famosa del terrateniente privado de derechos Robin de Locksley, que robó con su banda a los ricos a finales del siglo XII para dar el botín a los necesitados de la zona. El gran oponente del legendario ladrón, bandolero y maestro arquero escondido en el bosque de Sherwood fue el Sheriff de Nottingham. Un cínico y brutal agente de la ley, siempre preocupado sólo por su propio beneficio, que interpretó nuestro siempre adorado Alan Rickman en el que se recuerda como uno de sus papeles más memorables.
Capitaneada por el director de Waterworld Kevin Reynolds, la película recaudó casi 400 millones de dólares en su estreno en 1991, siendo el segundo filme más taquillero de aquel año, solo por detrás de Terminator 2: El juicio final.
"Necesito algunas buenas líneas"
La actuación maravillosamente exagerada de Rickman, que lamentablemente falleció demasiado pronto en 2016, no solo es uno de los mejores ingredientes de la película, sino que es una de las mejores de su carrera.
Por ella recibió un premio BAFTA y también recibió elogios casi unánimes de los críticos, pero, sobre todo, creó uno de los villanos más memorables de la historia del cine reciente. Sin embargo, según las declaraciones del propio actor, el guion escrito por Pen Densham y John Watson no le gustaba demasiado.
Según contó Rickman en una entrevista con The Times en 2015, estaba desesperado porque no le gustaba nada el guion y que, de hecho, tuvo un encuentro con un amigo, el dramaturgo y guionista Peter Barnes, en un restaurante de comida rápida para repasarlo poco antes de que comenzara el rodaje.
Le dije: '¿Podrías mirar el guion? Porque es terrible. Necesito algunas buenas líneas de diálogo'
"Lo hizo en ese mismo momento, razón por la cual después aparecieron manchas de pizza, tocino y huevo en todas las páginas", añadió Rickman.
Una de sus mejores escenas en particular fue reelaborada en gran medida gracias a Barnes: concretamente el momento al principio de la película en el que el personaje de Rickman se entera de que Robin Hood ha robado una parte del dinero de los impuestos. Frustrado, el sheriff le grita a uno de sus secuaces, cancela espontáneamente la Navidad, entre otras cosas, y sale corriendo de la habitación .
Según Rickman, gracias a las líneas de Barnes, el papel tuvo mucho más estilo, personalidad y, sobre todo, humor. Posteriormente, Ruby Wax, otra dramaturga, comediante y buena amiga de Rickman, añadió el siguiente "¡Y trae un amigo!".
Cuando llegó el momento de filmar la escena en cuestión, Rickman no le había contado a nadie sobre sus cambios en el guion. La única excepción fue el director Reynolds, que ya lo había aprobado de antemano. "Nadie lo sabía excepto él. Después de la toma, cuando salí del campo de visión de la cámara [y me di la vuelta], supe que había funcionado. Porque vi a unos 80 miembros del equipo tratando desesperadamente de no reírse a carcajadas".